Y así ocurre lo que parecía obstinado sueño: el torero peruano Andrés Roca Rey ha logrado que todas las localidades agotadas para su anunciada encerrona el próximo domingo 2 de noviembre en la histórica Plaza de Toros de Acho.

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La escena es casi cinematográfica: el joven que partió de Lima con una ilusión profunda vuelve al ruedo que lo vio soñar. Se prepara para afrontar seis toros en solitario en la feria más señera de su tierra. No es sólo una fecha más en el calendario taurino. Es la cita clave en la que Roca Rey concibe cerrar un círculo —el de volver a casa— y abrir otro: el de consolidarse ante su afición, sin intermediarios.

La tauromaquia no sólo es arte y valor: es también símbolo, raíz y tierra. Roca Rey encarna esa mezcla: figura internacional, pero con origen claro en Lima; figura universal, pero marcada por lo local. La Plaza de Acho no es un coso cualquiera: es la más antigua del continente americano. Esa mezcla de historia y presente potencia el significado de que un hijo del lugar regrese con un cartel de “lleno total”.

El reto personal

El torero no lo ha caminado como simple trámite. Reconoce que persigue objetivos claros más allá de los aplausos: “Tengo el sueño de cortar un rabo en Acho desde que tomé la alternativa”, ha dicho. La encerrona es, en este sentido, su declaración de intenciones: no venir a cumplir, sino a fijar huella y desafiarse.

Desde que se dio el anuncio —durante un acto en Madrid— la expectación creció. Reservas agotadas, abonados duplicados respecto al año anterior y ecos de que en Lima la fiesta está viviendo un nuevo aire.

La dimensión del hito

• Las entradas se agotaron horas antes del paseíllo anunciado, confirmando que la afición limeña responde cuando su ídolo llama a la puerta.
• La Feria del Señor de los Milagros, celebrada desde hace décadas en Acho, se convierte en algo más que un ciclo anual: será el escenario de una gesta personal de un torero que partió y vuelve para afirmarse.
• La corrida en solitario —seis toros frente a él— añade dramatismo y valor: no busca compartir protagonismo, sino asumirlo. La plaza, los astados y la noche limeña esperan.