Pedro Flores-Crespo
Las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García “fue la respuesta que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador a casi cuatro décadas de neoliberalismo que tachaba de manera indigna a los jóvenes”, dijo Mario Delgado, secretario de Educación Pública, en una ceremonia de entrega de títulos en Yucatán.
Antes, de acuerdo con el titular de la SEP, a los jóvenes les llamaban ninis. “No les daban oportunidades absolutamente de nada”. Entonces, el subsistema de las UBBJG nace para “atender a aquellos jóvenes que de otra manera no tendrían oportunidad de llegar a la Educación Superior,” concluyó (Boletín SEP 77).
En contraste con la versión oficial, el mismo día de la ceremonia en Yucatán, el periodista Jorge Ricardo reportó que en Tihosuco, un poblado de Quintana Roo, donde se dice que inició la Guerra de Castas, hubo una protesta de estudiantes y jefes de familia en la que detuvieron por varias horas a Raquel Sosa, directora del programa de AMLO (Reforma, 13.12.24). Esta servidora pública se negó a escuchar a la comunidad, originando una protesta que incluso hizo que llegara la Guardia Nacional.
Las razones de la protesta fueron varias, pero se pueden resumir en que tal subsistema de universidades, después de un sexenio y creciente financiamiento, no asegura condiciones de estudio dignas para la y el joven de escasos recursos. Es, pues, un programa reivindicativo pero injusto por ineficiente.
Ricardo Nahut Catzin, estudiante de enfermería, resaltó que en su plantel de la región maya no hay recursos para prácticas profesionales y que despidieron a docentes bajo la sospecha de estar azuzando a los jóvenes a protestar. Asimismo, organizaron la ceremonia de entrega de títulos de manera improvisada. Ahí, Sosa ignoró a varios egresados no dándoles la mano, no dejó entrar a sus familias al recinto, reclamó a los egresados y se dirigió de manera grosera a la autoridad del “pueblo”. “Le calló la boca al alcalde”, dijo Ricardo en entrevista con Azucena Uresti. Por tanto, él y sus compañeros, protestaron porque ya estaban “hartos” de que no se respetaran sus “derechos”.
Es evidente que los jóvenes no son apáticos. Expresaron sus demandas y aclararon que no están “atacando” a nadie. Exigen que se construyan los espacios respectivos para enfermería, se hagan los trámites para que las escuelas funcionen bien, cambien a la coordinadora del programa de enfermería, se reinstale a los docentes que fueron despedidos de manera injustificada y no haya represalias.
La experiencia de las UBBJG es instructiva en estos tiempos. Aunque los políticos tradicionales quieran “subirse” en la pobreza de la gente con discursos y acciones que supuestamente otorgan “dignidad”, cuando no hay mejoras en sus condiciones reales de estudio, las personas reflexionan y protestan.
Estas actitudes contrastan con las de servidores públicos como Raquel Sosa. Mientras más recursos recibe, aumenta su soberbia. Aunque los programas sean injustos para los más pobres, ¡cállense! Las ocurrencias del Jefe se defienden, aunque se ignore al pueblo “bueno y sabio”. Si te reclaman, “ni los veas, ni los oigas”.
La educación puede incluso dejar de ser un “derecho” mientras se cumpla el capricho oficial. La lealtad es más fuerte que la igualdad.
Pero la gente empieza a cuestionar. A estar “harta” y a demandar educación universitaria de calidad. Jóvenes como Ricardo muestran que los programas simplistas y reivindicatorios deben cambiar radicalmente. “Por el bien de todos (ahora sí), primero los pobres”.
Nos leemos hasta el 8 de enero. Feliz 2025.
—
Nota: El análisis de la Ley del Infonavit se irá hasta el periodo de febrero