Azul Almazán, del abuso a convertirse en ejemplo de vida: “Estuve rota, desbaratada y hecha polvo”

Cuando las luces de la sala se apagaron y por la pantalla comenzaron a proyectarse las imágenes de La Caída (2022) de la cineasta Lucía Puenzo, la clavadista Azul Almazán tomó de la mano a la actriz Karla Souza y ambas comenzaron a sudar. Cerraron sus ojos y apenas los entreabrían para mirar de reojo

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Cuando las luces de la sala se apagaron y por la pantalla comenzaron a proyectarse las imágenes de La Caída (2022) de la cineasta Lucía Puenzo, la clavadista Azul Almazán tomó de la mano a la actriz Karla Souza y ambas comenzaron a sudar. Cerraron sus ojos y apenas los entreabrían para mirar de reojo las reacciones del público. De pronto, la incertidumbre del silencio se transformó en un estruendoso aplauso acompañado de lágrimas y miradas atónitas ante la desgarradora historia que acababan de presenciar.

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Fue entonces que ambas supieron que todo había valido la pena. A Souza le tardó 10 años poder concluir esta pieza cinematográfica que cuenta el tenebroso episodio que vivió Almazán con el entrenador Francisco Rueda desde mucho antes de que participara en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.

La actriz fue protagonista y productora de este largometraje en el que se vio reflejada desde el primer momento, ya que alguna vez fue abusada, al igual que Azul, por un productor con quien trabajó. Y así se dio la catarsis para que La Caída sirviera para que ambas drenaran un dolor que ahora las impulsa a querer cambiar su entorno.

“Pasamos muchísimos días, me fui a Los Ángeles con ella. Caminamos por días enteros platicando desde el día uno en que decidí ser atleta. Mi papá me llevó a la gimnasia por primera vez y fue envolverla desde mis inicios y primeros pasos en el deporte. Fueron pláticas fuertes porque ella también tiene una historia de vida muy interesante y empezamos a tratar de enlazar nuestras vidas —la de ella con la mía— para tratar de que pudiéramos pensar igual, entonces se empezó a desarrollar la historia con base en la situación, ella ya sentía como yo y pudimos avanzar muy bien”, cuenta a OVACIONES Azul Almazán.

Azul estaba a un año y medio de distancia de los Juegos Olímpicos cuando acusó a su entrenador. De regreso de Sydney 2000, decidió dejar de entrenar y contar lo que sucedía en ese tóxico ambiente. Fue entonces que escribió la carta titulada ‘Yo acuso’, misma que sus padres enviaron a todos los medios de comunicación. El problema fue que unos 40 padres de familia y la psicóloga Cristina Fink salieron a apoyar al entrenador.

Ante la protección mediática que recibió su abusador, Almazán decidió mudarse a Estados Unidos, donde siguió con su preparación en Houston junto a la entrenadora Jane Figueredo. Así, a la distancia, fue que comenzó a trabajar en sus emociones y en reparar el daño psicológico que le causó esa experiencia con su entrenador, hasta que, con valentía y determinación, decidió en 2018 volver a hacer públicos todos los abusos de Rueda cuando ella era una menor de edad. Y se convirtió en una luchadora social.

“Cuando empiezas a analizar la situación, cuando estás recién lastimado y dolido y ves la situación tan honda, empiezas a sentir que todo es personal y que todo mundo quiso atacarte a ti nada más. Así duele y arde, pero cuando empiezas a madurar y ver las cosas, comienzas a reconocer el entorno social y ves las cosas desde afuera, es cuando empiezas a entender y sentir compasión por la situación en la que te tocó estar en un lugar que no era sano ni seguro, eso le digo a la gente, que calmen su mente y el dolor para ver la situación desde fuera y miren lo que hay alrededor”, dice.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e información (INEGI), del total de mujeres de 15 años y más en el país, el 70.1 % ha experimentado al menos un incidente de violencia. Asimismo, el estudio titulado “El panorama de la violencia sexual contra las mujeres en México”, elaborado por el investigador César Alejandro Giles Navarro, calcula que se cometen al año 1.7 millones de delitos sexuales contra las mujeres que van desde el acoso hasta la violación. 

Por desgracia, en cuanto al castigo de este tipo de delitos, la mayoría se mantienen en impunidad. Y es que por ejemplo, de esos 1.7 millones de delitos sexuales calculados en 2021, solo fueron sentenciadas 10 mil 807 personas a la cárcel, lo que implica que, por cada 157 delitos sexuales cometidos, sólo una persona terminó presa. 

“Yo estuve rota, desbaratada y hecha polvo por décadas. El hecho de empezar a reconstruirme, buscar todas las herramientas para volver a armarme. Decidí hacer un compromiso conmigo primero pues no puedo hablar de salud mental si tengo un problema, entonces todos los días debo trabajar en esa reconstrucción y sanción para poder transmitirla y decirle a todas las personas que atraviesan un momento difícil que sí se puede y que el corazón puede sanar y seguir el camino propuesto sin problema, entonces debo ser un ejemplo para decir que se puede”, comenta la exclavadista de 42 años.

Aunque eso sí, Almazán aclara que no todas las personas tienen la obligación de mostrar fortaleza ante los abusos y son personas como ella, quienes ayudan a canalizarlas para encontrar un refugio en este mundo donde las personas vulneradas suelen recluirse en su propia soledad.

“No todo el mundo tiene que alzar la voz. Lo que necesitamos es empujar a toda la comunidad porque hay personas que sí tiene eso en sus genes, esa voluntad para pelear, para luchar, pero hay personas que no están hechas así. Sin embargo, es trabajo de quienes las rodean el entender lo que proyecta, ver su mirada, sus acciones y ver que quizás está gritando sin decir nada y es trabajo no de una persona sino de toda una comunidad para que pueda ayudarse entre sí y dar voz a quienes no se escuchan”, afirma Azul, quien a pesar de toda la adversidad que la rodeó, es una orgullosa miembro de la familia olímpica.

“Eso significa todo porque uno a veces como deportista no alcanzas a ver que la familia olímpica la conforman todos, incluso los que estuvieron antes. Me ponía a pensar que a veces la sociedad piensa que el deportista es el que está en ese momento activo y no, el deporte está hecho de toda esa historia y cada deportista y su logro es un eslabón para que otro deportista pueda participar. Estando de este lado empiezas a conocer la familia olímpica y todo lo que tuvo que pasar para los atletas jóvenes estén en una posición privilegiada sin ver todo lo que está detrás para llegar ahí, por eso es compartir esos valores olímpicos”, añade.

Es así como La Caída se ha convertido en un poderoso mensaje para todas esas personas que han sufrido algún abuso. Y particularmente, es una advertencia para las jóvenes atletas, quienes ante el deseo de triunfar, en ocasiones no logran percibir situaciones de peligro por parte de quienes se aprovechan de su posición de poder para poder maniatarlas.

“La primera vez que la vi (la película), estaba sentada con Karla (Souza( hasta atrás y agachadas sin ver nada. Solo veíamos así los ojos y nos volvíamos a agachar. Estábamos muertas de miedo, teníamos las manos sudadas y cuando terminó la película, las personas se pararon a aplaudir y fue un gran respiro porque aventamos esa idea rota y no sabíamos cómo la iba a tomar la gente”, puntualiza.