La jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, afirmó que la Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa -recién inscrita por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad– no es un acto religioso, sino una expresión cultural y comunitaria cuya salvaguarda será responsabilidad del gobierno capitalino.
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Brugada Molina anunció que la administración garantizará los espacios y apoyos necesarios para mantener viva esta tradición, y aclaró que la alcaldesa Aleida Alavez Ruiz no asistió al acto porque se encontraba en Nueva Delhi acompañando al COSSIAC en la sesión donde se aprobó la declaratoria.
La jefa de Gobierno destacó que la tradición, con 182 años de historia, surgió como un voto comunitario en el siglo XIX y ha perdurado gracias al trabajo de los habitantes de los ocho barrios de Iztapalapa, quienes organizan la escenificación cada año. Señaló que la inscripción de la UNESCO reconoce la fuerza cultural y la organización social que sostiene esta representación, y enfatizó que no debe caracterizarse como un acto religioso institucional.
Brugada Molina recordó que la Representación de Semana Santa ha continuado incluso en momentos críticos, como la Revolución y la pandemia reciente, gracias a la transmisión de saberes entre generaciones y al trabajo voluntario de la comunidad.
Reconoció al COSSIAC, actores, actrices y familias que participan en la preparación anual, así como a quienes han asumido papeles a lo largo de los años, por su contribución a la permanencia de la tradición.
Señaló que la declaratoria de la UNESCO implica una responsabilidad formal para las autoridades locales, por lo que instruyó a la Secretaría de Cultura a garantizar espacios adecuados para los ensayos y trabajos preparatorios del COSSIAC.
Subrayó que la salvaguarda de este patrimonio cultural vivo será una obligación compartida entre la ciudad y la alcaldía para asegurar su continuidad.
Al señalar que la UNESCO valoró especialmente el carácter comunitario de la representación y la colaboración de los ocho barrios en la transmisión de saberes y oficios tradicionales, consideró que ahora es un patrimonio que pertenece a la comunidad y ahora al mundo, cuya preservación, dijo, dependerá de la articulación entre gobierno y habitantes para mantenerla como símbolo de identidad e historia colectiva.




