BILBAO.– El coso bilbaíno vivió su primera tarde de toros con un cartel que reunió a Damián Castaño, Juan Leal y Jesús Enrique Colombo frente a la siempre exigente ganadería de Dolores Aguirre. Fue una jornada de contrastes, con un arranque prometedor y una deriva posterior hacia faenas irregulares, marcadas por la entrega de los toreros y el desigual comportamiento del ganado.
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La tarde comenzó con fuerza. El primero de Dolores Aguirre fue un toro bravo y encastado que empujó con codicia hasta tres veces en el caballo, arrancando los primeros olés de la plaza. Damián Castaño lo saludó a la verónica con empaque y luego construyó una faena vibrante sobre la mano derecha, larga, templada, con la figura asentada y el trazo profundo. También hubo pasajes al natural que confirmaron el buen momento del salmantino. Remató con una estocada fulminante y cortó la primera oreja, mientras el toro recibía la vuelta al ruedo entre la ovación de los tendidos.
El cuarto fue otro toro exigente que pidió firmeza desde el saludo capotero. Castaño lo bregó con soltura y en la muleta inició con la montera puesta, gesto de compromiso. Logró tandas muy hondas por el derecho, bajándole la mano y toreando largo, en una labor que emocionó a los tendidos. Sin embargo, el toro se fue complicando y la espada le volvió a jugar una mala pasada. El esfuerzo, reconocido con una ovación, se vio ensombrecido por un percance en la mano durante la suerte suprema que le obligó a pasar por la enfermería.
El segundo de la tarde no facilitó las cosas. Juan Leal trató de imponerse desde el saludo capotero y mostró valor en la muleta, ligando tandas sobre el derecho y algún natural de mérito. El francés incluso se atrevió con adornos cambiados por la espalda que conectaron con el público. Sin embargo, el toro se orientó pronto y complicó la labor, llevándose por delante la posibilidad de triunfo. El fallo reiterado con la espada lo dejó en silencio. Más adelante, con el quinto, un toro exigente y poco colaborador, volvió a mostrarse dispuesto, pero solo logró muletazos aislados y, de nuevo, el acero fue un lastre que deslució su esfuerzo.
El venezolano Jesús Enrique Colombo reaparecía en Bilbao con ganas de justificar su sitio. Al tercero lo recibió con lances templados y se lució en banderillas, clavando con facilidad y precisión. La faena de muleta, sin embargo, se fue desinflando a medida que el toro, lesionado, perdió fuerza. Apenas pudo robar algunos muletazos sueltos antes de dejar una estocada caída que le valió silencio. Con el sexto volvió a mostrar su facilidad en el tercio de banderillas, especialmente con un espectacular par al violín que levantó al público. Pero la faena de muleta no terminó de despegar: el toro, castigado en exceso en varas, pedía distancias y Colombo no terminó de encontrárselas. La faena se diluyó entre intentos y detalles, sin llegar a cuajar.
Ficha: Bilbao. Un tercio de entrada. Toros de Dolores Aguirre. Los animales mostraron un comportamiento variado, destacando muy por encima el primero, que fue premiado con la vuelta al ruedo. En líneas generales protagonizaron faenas de más a menos.
Damián Castaño, oreja y ovación; Juan Leal, silencio y palmas; Jesús Enrique Colombo, silencio y silencio.

FOTO: CORTESÍA BMF 







