El 14 de agosto, bajo el cielo amplio de Cedral, la plaza Frascuelo volverá a vibrar. Este año, el cartel presentado por Manuel Azcona, director general de Cantauro, promete una tarde llena de expectación. El rejoneador Tarik Othon, los matadores de toros Luis David Adame, Leo Valadez, toros de San Martín… y una plaza que respira historia.
La “Frascuelo”: más que una plaza, un símbolo
Fundada a mediados del siglo XIX y bautizada en honor del gran torero español Salvador Sánchez “Frascuelo”, esta joya de cantera y polvo es desde siempre una plaza torista, de esas que no pactan con la comodidad. Aquí, el toro es el eje de la fiesta, y la afición no transige con banalidades. Por eso, año tras año, Cedral se transforma en agosto en un punto de referencia para quienes buscan autenticidad: por algo le dicen la “Céret mexicana”.
Con un ruedo amplio de 47 metros y una arquitectura clásica restaurada con cuidado, “Frascuelo” guarda en sus muros historias de embestidas inolvidables y silencios solemnes. Desde que Manuel Azcona asumió la gestión en 2012, el coso ha vivido una segunda juventud: corrales rehabilitados, callejón reforzado, acceso cómodo y un rigor empresarial que no ha renunciado al romanticismo de la tauromaquia. Bajo su batuta, Cedral ha dejado de ser “una plaza bonita del norte” para convertirse en un referente taurino nacional.
El cartel de este año no es una suma de nombres, sino un encuentro de estilos que prometen espectáculo.

Tarik Othon: el arte de la grupa
Con apenas 21 años, el queretano Tarik Othon ha dejado de ser promesa para convertirse en realidad del rejoneo mexicano. Su concepto es limpio, elegante y clásico. Tarik no solo monta, conversa con sus caballos, y eso se nota en cada giro, en cada embroque. Su presentación en Cedral genera expectativa: su estilo pulido, mezcla de doma clásica y expresión mexicana, promete elevar la emoción desde el primer rejón.

Luis David Adame: el equilibrio de la madurez
Nacido en Aguascalientes y formado entre México y España, Luis David Adame es sinónimo de solvencia. Su nombre resuena en cosos de Francia, Madrid o Bilbao, donde ha demostrado que el toreo no necesita estridencias para conmover. Con apenas 27 años, ha sumado hazañas en San Isidro, ha cortado orejas en Pamplona. Su inclusión en Cedral es una garantía de temple, valor y cabeza fría: una presencia que pisa con categoría.

Leo Valadez: fuego y raíz
También de Aguascalientes, pero con otro pulso, Leo Valadez es torero de sangre ardiente. Su toreo es de una entrega infinita. En plazas como Arnedo y Guadalajara ha dado campanazos con indultos. Su personalidad conecta con el público, su ambición lo mantiene en la pelea, y en Cedral quiere dejar huella.

San Martín, un referente
Y al frente de ellos, los toros de San Martín, propiedad de la familia Baillères. Esta ganadería, forjada en la seriedad y en la búsqueda del toro íntegro, garantiza un encierro con edad, peso y condiciones para emocionar. Justo lo que pide una plaza como Frascuelo. Aquí no hay lugar para simulacros: los astados de San Martín llegan para poner a prueba a los toreros y encender la emoción de los tendidos.
Cedral, el pueblo que se transforma
Cuando agosto se asoma, Cedral cambia. Las campanas repican distinto, los portales se adornan, y los corredores del pueblo recuerdan que hay fecha señalada. La feria en honor a la Virgen de la Asunción no sería la misma sin la corrida del 14, ese día donde todo se detiene para girar en torno a las tradiciones y a la tauromaquia. Porque aquí el toro no es un accesorio: es la medida de todo.
La Frase
“Aquí lo principal es el toro… si hay toro, hay todo”, repite Manuel Azcona. Y Cedral lo cree, lo vive, lo exige.

FOTO: CORTESÍA 


