Cedral vivió una tarde de historia y entrega total

Un gran lleno y el triunfo para Tarik, Luis David y Leo Valadez



Foto: Manolo Briones

CEDRAL.- La histórica Plaza de Toros “Frascuelo” de Cedral volvió a vivir una de esas jornadas que alimentan la leyenda. Un coso centenario, de paredes cargadas de memoria, que desde temprana hora anunció el ansiado “Agotado el Boletaje”. No hubo rincón vacío: la plaza fue un tapiz humano de emoción y expectativa, con aficionados llegados de todos los rincones de San Luis Potosí y de estados vecinos. El ambiente, antes del paseíllo, era el de las grandes tardes: un murmullo contenido, la luz de agosto recortando las sombras y la certeza de que algo importante estaba por suceder.

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El encierro de San Martín, serio de presencia y variado de juego, brindó a los actuantes oportunidades y retos. Hubo toros que colaboraron y otros que exigieron técnica y cabeza fría, en una tarde que pidió compromiso y entrega.

Tarik Othón: juventud con temple y verdad

El rejoneador abrió su participación con “Huasteco” (485 kg), al que recibió con “Kalimán” en una lidia de mando y sometimiento. Con “Sultán” citó de frente, clavando siempre en los medios y templando con calma, mientras “Mónaco”, debutante esta temporada, puso la nota de alta escuela con piruetas y un momento sin cabezada que encendió los tendidos. Cerró con “Toreto” y un rejonazo fulminante que le otorgó la primera oreja de la tarde.

En el cuarto, “Potosino” (499 kg), Tarik alcanzó su punto más alto. De la elegancia inicial con “Joselito” pasó al poder de “Sargento” y “Divino” en un binomio perfecto de temple y precisión. Con “Faraón” clavó en corto con exactitud y, para el cierre, “Toreto” y un Cedral que fue suyo de principio a fin, aunque el fallo con el rejón final limitó el premio.

Luis David: firmeza y sentido de faena

En su primero, “Cedraleño” (495 kg), lució variedad con el capote y compartió un vibrante tercio de banderillas con Leo Valadez. El toro, justo de fuerza, exigió inteligencia, y Luis David respondió llevando la embestida a media altura y ligando por derecho. La disposición y una estocada certera le dieron una oreja.

Con “Minero”, quinto de la tarde, encontró un toro con emotividad. Construyó una faena de menos a más, variada y con inspiración, que conectó pronto con el tendido y remató con otra oreja, firmando así una actuación de peso.

Leo Valadez: variedad, tesón y conexión

A “Tradición Taurina” (498 kg) lo recibió con un saludo capotero vistoso y, junto a Luis David, dejó un segundo tercio de banderillas lleno de coordinación y brillo. El toro, de escasa fuerza, no impidió que Leo extrajera su fondo por ambos pitones, en una labor tesonera que cerró con una oreja.

El cierre con “Plata Pura” (500 kg) tuvo de todo: toreo al alimón con Luis David, un primer par de banderillas accidentado con voltereta incluida y una faena de muleta que fue creciendo en poder y técnica, pese a que el toro ofreció lo justo. El fallo con la espada impidió redondear su tarde, pero la entrega quedó patente.

Un Cedral que late con fuerza

Al final, el balance fue rotundo: Tarik Othón, oreja y palmas; Luis David, oreja y oreja; Leo Valadez cortó oreja de su segundo. El público, entregado, despidió a los toreros con el reconocimiento que merece quien se deja el alma en el ruedo.

La imagen que queda para la memoria es la de una plaza repleta, un público vibrante y tres toreros que respondieron al compromiso con oficio, arte y valor.

Cedral reafirma así que la “Frascuelo” no es solo un recinto histórico: es un templo vivo de la tauromaquia, donde cada tarde grande se convierte en parte de su leyenda. El 14 de agosto de 2025 ya tiene un lugar asegurado con el eco de una ovación que aún resuena en el corazón del altiplano potosino.