César Rincón, el torero a la mexicana

Tienta en San Pablo junto a Silveti y Ortega rumbo a Guadalajara



Foto: Cortesía

La ganadería San Pablo, enclavada en el paisaje bravo de Atotonilco, Jalisco, vivió una de las tientas más relevantes de la temporada campera en México. Bajo un ambiente cargado de expectación, el maestro colombiano César Rincón encabezó una jornada que reunió a tres toreros de enorme peso artístico y que sirvió como termómetro de cara a compromisos de alta importancia, especialmente la esperada reaparición del propio Rincón en Manizales, plaza que marcó algunos de los capítulos más notables de su trayectoria.

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El regreso continuado del maestro al campo bravo mexicano ha despertado un interés especial. Su presencia en San Pablo confirmó que sigue afinando su expresión y su fondo técnico con miras a un retorno que genera gran expectativa en el mundo taurino. Rincón volvió a mostrarse en plenitud, desplegando temple, precisión y ese dominio pausado que lo llevó a convertirse en un referente para varias generaciones de toreros.

En esta ocasión fungió como primer espada, marcando el ritmo y la profundidad de la tarde. Su participación no solo elevó la exigencia de la tienta, sino que también sirvió de guía para los alternantes, que observaron atentamente la manera en que el colombiano descifró cada embestida.

Silveti y Ortega, dos estilos consolidados

La jornada tuvo además el aliciente de contar con dos diestros de notable trayectoria: el mexicano Diego Silveti y el español Juan Ortega, ambos en fase de preparación fina. Silveti, de linaje histórico y presente vigoroso, ofreció una actuación de gran entrega, buscando la hondura en cada muletazo. Ortega, por su parte, mostró la cadencia y naturalidad que lo han convertido en uno de los toreros más interesantes del escalafón europeo. La presencia de figuras extranjeras en México mantiene viva una tradición donde el campo bravo nacional se convierte en aula técnica y artística, y la tarde de San Pablo fue ejemplo de ello.

Diez vacas de nota alta en bravura y calidad

La tienta se extendió por varias horas. Cada torero lidió tres becerras, y en total se jugaron diez vacas del hierro de San Pablo, que destacaron por su bravura, movilidad y claridad en la embestida, características que permitieron un toreo variado, profundo y de notable nivel artístico.

Los asistentes presenciaron tandas templadas, momentos de inspiración y faenas que arrancaron fuertes “oles” y prolongados aplausos. La combinación entre el buen juego del ganado y la disposición de los matadores hizo de la tarde un ejercicio serio de preparación, más cercano a una exhibición de categoría que a un entrenamiento ordinario.

Lo ocurrido en San Pablo se inscribe en un momento clave para el toreo en México: las figuras extranjeras continúan buscando en sus ganaderías un espacio idóneo para ajustar técnica, ritmo y quietud antes de los grandes compromisos. Con esta tienta, el maestro colombiano ratifica que su preparación avanza con paso firme rumbo a Manizales.