“Chespirito: Sin querer queriendo”: De que trata el revelador episodio cuatro de la bioserie

El cuarto episodio de “Chespirito: Sin querer queriendo” en Max desvela el nacimiento de “El Chavo del 8”, explorando la inspiración detrás de sus personajes icónicos y la formación del elenco.



Foto: MAX

La “telenovela” favorita de Latinoamérica continúa desvelando sus secretos. El cuarto episodio de “Chespirito: Sin querer queriendo” en Max, la bioserie sobre Roberto Gómez Bolaños, ha llegado a su punto medio, profundizando en el momento más icónico de su carrera: la creación de “El Chavo del 8”.

LEE ADEMÁS: Olympo: ¿Quiénes son los actores de la nueva serie más vista en Netflix en la actualidad?

Como en capítulos anteriores, la narrativa de la serie de Max oscila entre el apogeo del éxito y el inminente ocaso del universo de Chespirito. Este episodio no solo celebra el nacimiento de un ícono, sino que también muestra con crudeza las tensiones personales, las traiciones y los conflictos que marcaron tanto el inicio como el futuro de uno de los programas más queridos de la televisión latinoamericana.

Los momentos más reveladores del episodio 4

El capítulo arranca con un desgarrador salto temporal a 1936, mostrando un pasaje doloroso de la infancia de Roberto. Su madre, enfrentando problemas económicos, se ve obligada a enviarlo a Guadalajara con su tía. El pequeño Roberto viaja solo, aferrado a su inseparable gorra, un objeto que, años después, inspiraría uno de sus personajes más entrañables.

La trama nos sitúa en 1971, un año clave. Dos de sus colaboradores cercanos, Rubén y Peña, lo abandonan para unirse a la competencia. Afectado, pero con una resiliencia inquebrantable, Roberto decide no sustituirlos, sino crear un personaje nuevo. “Así como una vez creé a Lucas Tañeda, ahora me encargaré de inventar un nuevo personaje”, afirma con convicción, sembrando la semilla de “El Chavo”.

La chispa creativa se enciende en un parque, mientras Roberto pasea con sus hijas. Un vendedor malhumorado se convierte en la base para Don Ramón. Un gesto espontáneo de una de sus hijas inspira detalles del personaje principal. Más tarde, una simple torta de jamón, ofrecida por su esposa, Graciela Fernández, desata una memoria de infancia que culmina en la elección del platillo favorito de “El Chavo”.

El episodio también explora cómo se conformó el elenco de ensueño. Marcos Barragán (la representación de Carlos Villagrán), visto por Roberto en una rutina de ventriloquía, lo cautiva con su gesto de inflar los cachetes. Edgar Vivar, descubierto en un comercial de televisión, lo conquista con su carisma. Y finalmente, Margarita Ruiz (Florinda Meza en la ficción) aparece como un flechazo tanto creativo como emocional.

A pesar de las dudas del director Vargas y su equipo, Gómez Bolaños, con recursos limitados, decide construir su propia vecindad, incluyendo todos los elementos típicos: los lavaderos, las macetas… y el emblemático barril. Cuando le advierten que, si el programa no funciona, podría perder el canal, responde sin miedo y bautiza su sketch como “El Chavo del 8”.

El Ocaso Comienza: Tensiones en Acapulco

El episodio culmina con un revelador viaje a Acapulco. Lo que parecía ser un momento de armonía para el elenco se quiebra por crecientes tensiones entre Florinda Meza, Edgar Vivar y Graciela Fernández. Esta última le reclama a Roberto no haberla apoyado frente a la influencia de Florinda y, premonitoriamente, sugiere que “las cosas podrían romperse dentro y fuera del set”.

“Sin querer queriendo”, episodio a episodio, no solo construye la leyenda televisiva de Chespirito, sino que también ofrece un retrato íntimo de un hombre que, con su ingenio, convirtió sus propias heridas en carcajadas. Y en este capítulo, el alma de “El Chavo” empieza a latir por primera vez, aunque ya se vislumbran las grietas que, con el tiempo, marcarían su ocaso.