Cinco temas cinco

10, septiembre 2023

LUIS WERTMAN ZASLAV

Comienza la etapa de propuestas, de promesas y de planteamientos sobre el futuro del país, y el papel de la sociedad mexicana tendrá que soportarse en buena información y en su análisis mesurado para formar un criterio objetivo y bien pensado. En la era de las noticias falsas, dejarnos llevar por filias o por fobias nos dejará fuera de una de las decisiones civiles más importantes de este cambio de época que vivimos.

Cada ciudadano en el país deberá reflexionar con serenidad qué nación quiere ver hacia delante, de acuerdo con su entorno y su experiencia diaria de vida, pero con base en asuntos muy importantes en los que, creo, solo hay dos direcciones: regresar a lo que sufrimos o continuar con los avances que hemos logrado.

Propongo que nos enfoquemos en los temas que nos preocupan a todos y de ahí tomemos la decisión, que será igual de trascendental como la que asumimos hace cinco años. Y, de entre varios, destaco cinco para iniciar el diálogo.

Seguridad. La prioridad social y económica del país, hoy es abordada desde una perspectiva de construcción de paz y no de una declaratoria de guerra que costó miles de vidas durante casi dos décadas y resultó una absoluta simulación por las complicidades que existían entre crimen y autoridad. En este momento estamos en una situación distinta y podremos coincidir o no, pero hay un cambio no sólo de enfoque, sino de fondo y de forma.

Para dar contexto, las mediciones del INEGI -institución confiable para la mayoría- confirma que la percepción de seguridad en México aumenta cada trimestre. Al mismo tiempo, la violencia sigue concentrándose en alrededor de 45 municipios y en cinco estados de 32. En la mayor parte de los delitos hay un descenso y las causas que impulsa al crimen se atienden por medio de una política social que no tiene precedente en recursos, ni en esfuerzos.

¿Vamos a abandonar la coordinación y la colaboración que se ha establecido todos los días para atender la seguridad? ¿Volveremos a dejar en la incertidumbre a nuestras Fuerzas Armadas para ayudar en esta tarea? ¿Abandonaremos a los jóvenes para que regresen a formar parte de los recursos humanos de la delincuencia? ¿O vamos a continuar con esta estrategia de pacificación y de atención de causas? Porque nada de eso parecía necesario antes de esta administración y, si se nos van a proponer acciones que nos regresen a ese triste tiempo, habrá que meditarlo con mucha calma.

Programas y políticas sociales. Espero que esté fuera de la discusión la necesidad de mantener los apoyos a los distintos segmentos de la población que han salido de la pobreza en estos últimos años. También que estos programas deben seguir siendo universales. Proponer lo contrario es, auténticamente, regresar a cuatro décadas pérdidas de combate a la pobreza que solo fueron utilizadas para hacer de la marginación un negocio y condenar a millones de mexicanos a no progresar. Ninguna de estas acciones puede abandonarse, incluyendo los enfocados en la juventud, en la reforestación y en los sectores que habían sido invisibles para muchos gobiernos anteriores, como los adultos mayores.

Economía y desarrollo. Lo que hemos visto en lo que va del sexenio es que se puede mantener una disciplina macroeconómica y crecer; se puede detener la inflación y aumentar el salario mínimo; se pueden construir grandes obras en cualquier región del país y también impulsar un mercado interno que consuma y prospere paulatinamente. Todos los indicadores financieros demuestran avances y, después de una pandemia que detuvo al mundo, nos encontramos con mejores números que antes de la emergencia. ¿Regresaremos al capitalismo de cuates? ¿Dejaremos de invertir en infraestructura? ¿Perderemos soberanía a cambio de aumentar una supuesta rentabilidad que una familia mexicana nunca vio en su día a día? No hay un sector industrial que no tenga buenas noticias y las dos décadas que vienen por delante de nuevas cadenas de suministro (el “nearshoring”) hacen inviable que regresemos a la corrupción económica o al favoritismo de intereses. Si este es el verdadero “momento mexicano”, lo que necesita la planta productiva es certidumbre de que habrá continuidad.

Salud. Un pendiente cuya solución avanza a una velocidad que no empata con las demandas de una sociedad que destina mucho de su ingreso a la atención de enfermedades y a la compra de medicamentos. Sin embargo, el IMSS se ha reconvertido como nunca y el ISSSTE está en la misma ruta. Debemos seguir trabajando en una cultura de la salud física y mental que nos quite de los primeros lugares en enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión, por una mala dieta nacional. Lo he compartido antes: si tenemos salud, no hace falta nada, pero para gozar de ella hay que adoptar hábitos que todavía no podemos consolidar y esa es una responsabilidad de todos. El etiquetado, por ejemplo, es un avance que debe sumarse a otros en los próximos años.

Educación. Si las ideologías parecen incómodas (curiosamente, lo son las que impiden que se haga negocio con la educación), podemos hablar del equilibrio que debe generarse entre la educación pública y la educación privada. Es un tema que no puede considerarse una mercancía como ha sido hasta ahora. Los países que tanto ponemos como referencia tienen un sistema educativo público fuerte, que le permite a quien puede pagar una matrícula privada hacerlo sin problemas. En muchos de esos salones de clase escandinavos o europeos se imparten conocimientos que aquí causan revuelo. Ese no es el punto. Lo importante es que haya escuelas de calidad, y cantidad, suficiente para que los más jóvenes tengan un lugar. Esto apenas va cambiando con muchas resistencias que están a la vista ¿regresaremos a dejar la educación a las leyes del mercado y a debilitar la estructura pública al mismo tiempo? Si esa es la propuesta, mejor ni escucharla.

En resumen, la disyuntiva será entre las propuestas que llamarán al pasado y aquellas que ponen la mira en el futuro. Eso es a lo que debemos ponerle atención desde ahora.