El Papa León XIV no es aficionado de los Seattle Seahawks, pero podría impulsar indirectamente al equipo de Sam Darnold al próximo Super Bowl LX. Originario de Chicago, es naturalmente fanático de los White Sox, pero su reciente llegada como líder de la iglesia católica daría una ayuda celestial al actual sembrado número 1 de la Conferencia Nacional.
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En el mundo de los deportes, donde la superstición y los datos a menudo se entrelazan, los aficionados de los Seahawks han encontrado un patrón celestial que alimenta sus esperanzas de cara a los Playoffs de la temporada 2025 de NFL. Una peculiar coincidencia histórica vincula la elección de un nuevo Papa con los años de mayor éxito de la franquicia, un augurio que cobra fuerza con el reciente ascenso del Papa León XIV.
La correlación, destacada por observadores de la liga, es notable. En 2005, con la elección del Papa Benedicto XVI, los Seahawks lograron una campaña de 13 victorias que los llevó a disputar su primer Super Bowl en la historia del equipo. Aunque no lograron el título, el mero hecho de llegar a la final fue un hito fundamental.
El patrón se repitió, de manera aún más gloriosa, en 2013. Ese año, la elección del Papa Francisco coincidió con otra temporada de 13 triunfos para Seattle. En esa ocasión, la franquicia no solo llegó al Super Bowl por segunda vez, sino que conquistó el único campeonato de la organización hasta la fecha, al vencer a los Denver Broncos de Peyton Manning.
Ahora, en 2025, la historia parece querer repetirse. Con la elección del nuevo Papa, León XIV, los Seahawks han cerrado la Semana 17 con un récord idéntico de 13 victorias, además de haber asegurado su presencia en los Playoffs anteriormente. El paralelismo es demasiado preciso para ignorarlo, especialmente para una afición que busca cualquier señal positiva de cara a la postemporada.
Si se retrocede más en el tiempo, a 1978, año de la elección del Papa Juan Pablo I y luego de Juan Pablo II, se encuentra otro dato auspicioso, pues fue la primera temporada con récord positivo (9-7) en la todavía joven historia de la franquicia, fundada en 1976. Esto refuerza la noción de que un cambio en el pontífice ha traído, al menos, un buen desempeño para el equipo.
Por supuesto, desde un punto de vista racional, esta correlación puede atribuirse a una simple y extraordinaria casualidad, un capricho del destino sin conexión causal. Sin embargo, en el universo de las creencias deportivas, donde los rituales y los amuletos son comunes, este patrón se interpreta como un presagio esperanzador.
Los Seahawks tienen ahora por delante un partido crucial en la Semana 18 frente a sus rivales de división, los San Francisco 49ers, que definirá al primer sembrado de la NFC Oeste y de la Conferencia en general. Con su billete a Playoffs ya asegurado, el equipo de Seattle no solo confía en su talento sobre el campo, sino que una parte de su afición mira con optimismo este respaldo divino.
La pregunta que flota en el ambiente es si esta temporada, bendecida por otro nuevo Papa, culminará con un viaje al Super Bowl. Solo el desarrollo de la postemporada tendrá la última palabra, pero para los creyentes en esta singular coincidencia, los augurios nunca habían sido tan favorables.




