Confusión y angustia

22, octubre 2022

CUCHILLITO DE PALO

CATALINA NORIEGA

Cualquiera, con dos dedos de frente, se pregunta hacia dónde va este país, sumido en la crisis más preocupante de las últimas décadas. Un territorio en el que, sus autoridades de todos los niveles, en seguimiento de su líder, ignoran la Constitución y se pierde hasta el último vestigio de un Estado de Derecho. 

Voltees adonde voltees, nada funciona. Desmantelaron la estructura burocrática que conocía las tripas de la administración pública, para sustituirla por funcionarios incompetentes e ignorantes de principios esenciales para que la maquinaria gubernamental se mueva. 

Basta con ver la tragedia de la escasez de medicinas, monumental pifia a cargo de la señora Buenrostro, a la que ahora se encumbra como secretaria de Economía, cargo para el que tampoco tenía la mínima preparación. Esto sin echar en saco roto, el que es imposible conseguir una cita en el SAT, -que también fue de su responsabilidad- trámite que bloquea a quienes están urgidos de trabajar.  

En todos los organismos, lo mismo: personas sin calificaciones para ocupar esos puestos, lo que implica un rezago espeluznante y un auténtico calvario para la ciudadanía. 

En lo político, la peor de las tragedias. Todo un aparato oficialista empeñado en dividir a los mexicanos, convirtiéndolos en enemigos de sus propios hermanos. Bajo el lema de “estás conmigo o contra mí”, cualquiera que piense distinto se ve orillado a integrarse al bando de los “conservadores, fifís” y demás epítetos que sancionan la diversidad de pensamiento.

Empezamos a ver imágenes de un rompimiento institucional peligroso. Los desplantes del jefe de las Fuerzas Armadas, quien se negó a asistir al Senado, como es su obligación constitucional, frente a la convocatoria de los legisladores, a fin de que aclarara el hackeo de guacamaya y otros temas candentes, que nos atañen a todos. Cuando no le quedó de otra, tuvo que dar la cara en la comparecencia de la secretaria de Seguridad, en calidad de acompañante mudo. 

Se topó con un senador frente al que hay que quitarse el sombrero. El ahora independiente, Germán Martínez Cáceres, le asestó una auténtica pieza de oratoria en la que le recordó las obligaciones de los militares, clarísimas históricamente y subrayadas por Benito Juárez o Lázaro Cárdenas, entre otros. 

Sin una sola palabra altisonante ni irrespetuosa, pero con autoridad y firmeza, le recordó que todos somos mexicanos, en pocas palabras, con los mismos derechos y obligaciones. 

La cara de Cresencio Sandoval hablaba por sí sola. Esperemos que haya comprendido la trascendencia de lo dicho por Martínez y entienda que, a pesar de las potestades que les ha otorgado este tlatoani, hay normas y límites. 

Otros escañistas de la oposición también hablaron y empezó el revuelo de los morenacos, majadero hasta lo indecible, grotesco y carente de un argumento que pudiera defender sus pseudo hipótesis. 

A los guindas lo único que los distingue es el griterío y el insulto que intenta acallar otras voces. Convierten al Congreso en un circo en el que se pierde la posibilidad de cualquier debate civilizado. Imposible sostenerlo: carecen de materia sólida para responder a los cuestionamientos que nos hacemos quienes consideramos que la 4T está destazando a esta República. 

Quede el consuelo de que hay todavía hombres -y por supuesto mujeres- dispuestos a defender a esta nuestra cuna, con el valor que dan los principios y convicciones firmes. 

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