La justicia en México tiene dos velocidades. Cuando el acusado es opositor, avanza con fuerza implacable. Pero cuando es aliado del partido en el poder, se detiene, se diluye o, como en este caso, desaparece.
Ayer, la Fiscalía de Morelos solicitó a la Cámara de Diputados el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, exgobernador del estado y actual diputado federal de Morena. La acusación no era menor: intento de violación contra su media hermana.
Horas después, el Congreso de Morelos destituyó al fiscal Uriel Carmona. El hombre que pidió el desafuero de Blanco fue removido del cargo antes de que pudiera avanzar el proceso.
La señal no pudo ser más clara: para los amigos, justicia y gracia; para los enemigos, la ley a secas.
EL ESCÁNDALO
Uriel Carmona era fiscal de Morelos desde 2018. No duró ni 24 horas después de solicitar el desafuero de Blanco.
El Congreso local aprobó su destitución a toda prisa. La razón oficial: que no cumplía con los requisitos de permanencia en el cargo. La razón real: se metió con alguien que no debía.
El fuero de Cuauhtémoc Blanco era el último escudo que lo mantenía lejos de la prisión. Al solicitar su desafuero, Carmona rompió una línea que el poder no estaba dispuesto a cruzar.
La carrera política de Blanco ha estado marcada por el escándalo, la corrupción y los favores políticos que lo han mantenido a flote. Y, sin embargo, sigue impune.
Desde su paso por la alcaldía de Cuernavaca hasta su gubernatura en Morelos, las acusaciones en su contra han sido constantes. Vínculos con el crimen organizado y desvío de recursos han sido el sello de su paso en la política.
Pero ahora, la denuncia por intento de violación contra su media hermana lo colocó en una posición más delicada. Aun así, permaneció protegido por Morena.
Y es que los escándalos no son menores. Posó en fotografías con líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación y Guerreros Unidos. Blanco se justificó diciendo que era “una persona de pueblo” que se tomaba fotos con cualquiera.
Su sucesora en la gubernatura, Margarita González, lo denunció por el desvío de 40 millones de pesos en su administración. Además, la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades por 3,900 millones de pesos en su gobierno, incluyendo recursos federales que terminaron en cuentas bancarias no identificadas.
Y ahora, la acusación de violación se suma a la lista. Pero mientras tenga fuero como diputado y Morena lo respalde, nada le pasará.
JUSTICIA SELECTIVA
No es la primera vez que Uriel Carmona incomoda. En 2023, la entonces jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum lo acusó de encubrir un feminicidio. Ese mismo año, la fiscalía capitalina lo detuvo bajo cargos de obstrucción a la justicia. Salió libre, pero la enemistad con Morena quedó marcada.
Cuando Carmona se atrevió a solicitar el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, su destino quedó sellado. Tener a un exgobernador tras las rejas es un lujo que no puede permitirse Morena.
La destitución fue un golpe quirúrgico: elimina el riesgo de que Blanco pierda el fuero, congela la investigación y envía un mensaje a cualquier otro funcionario que intente desafiar la protección que el partido en el poder otorga a sus aliados.
La justicia en México puede ser rápida, solo si tienes los amigos correctos. Cuando Cuauhtémoc Blanco fue acusado, Morena no sólo lo protegió, sino que eliminó cualquier obstáculo que pudiera poner en riesgo su impunidad.
El desafuero de Blanco ahora está en el aire. La investigación en su contra, congelada. Si nadie lo frena, seguirá intocable. Y la justicia, se deja para después.