Cuchillito de Palo | De Villoro al INE

Inconcebible que alguien que se dice presidente, se atreva a insultar a los ciudadanos que lo critican, con una patanería propia de borrachín de cantina -y a éste se le puede excusar el lenguaje soez, por las nubes cerebrales que provocan los vapores etílicos-. El tabasqueño se hunde cada día más, en su propio estercolero.

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Inconcebible que alguien que se dice presidente, se atreva a insultar a los ciudadanos que lo critican, con una patanería propia de borrachín de cantina -y a éste se le puede excusar el lenguaje soez, por las nubes cerebrales que provocan los vapores etílicos-.

El tabasqueño se hunde cada día más, en su propio estercolero. Arremete contra el escritor Juan Villoro, quien tuvo la “osadía” de decir la verdad sobre lo que está sucediendo en México, en Bogotá, Colombia, adonde acudió a la entrega de un premio.

Una presea más a las tanta recibidas por quien forma parte del más selecto grupo de creadores latinoamericanos y que ha puesto muy en alto el nombre de México -a diferencia del asno palaciego que no para de hacer el ridículo, dentro y fuera de nuestras fronteras-.

Como tantos otros compatriotas pensantes, Villoro dijo que la 4T es la militarización, el narcotráfico y el apoyo a los ricos. La retahíla que le llegó del máximo púlpito, incluyó a Sergio Sarmiento -comunicador con una sólida preparación y cultura-, quien expuso en un tuit el número de veces que AMLO ha visitado Badiguarato.

Por más de 20 minutos el pseudo ejecutivo federal se dedicó a decir estulticias sobre el brillante escritor, ajeno a que resulta patética su iracundia contra quienes no piensan como él. Una respuesta franca y contundente la recibió de quien menos pensaba: el actor, Joaquín Cosío le dedicó un tuit. “Es cuestión de estaturas señor López Obrador.

Ahí sí que usted a Villoro no le llega ni a la suela de sus zapatos”. Se pierde la investidura a pasos agigantados, en razón de la falta de respeto de este mandatario, a quienes tendría que tratar con absoluta decencia y dignidad. Es de horror concientizarse de que estamos en manos de un individuo patológico, que actúa por visceralidad. A Villoro, por lo pronto, se le pueden resbalar palabras a tal grado necias, que al fin y al cabo al que dejan por los suelos es al que las profiere.

La estridencia contra el escritor, en gran medida, se debió a su batalla por sacar la reforma electoral, que busca darle un tiro a la democracia. Se discute en el Congreso, en medio de un rechazo absoluto de la oposición, cuando surge un fiasco cometido por el INE, al haber ocultado una encuesta que, en ese sentido le era desfavorable.

Queda claro que estuvo mal formulada. Por supuesto que, a la ciudadanía le parece un exceso el dinero destinado a los partidos y en general al gasto electoral, incluido el cacaraqueado sueldo de los consejeros. Peor nos parecía a quienes lo vivimos, el que cada elección salieran triunfantes los elegidos de la dictablanda y jamás se tuviera acceso a un voto libre.

AMLO busca regresar a los peores años del prinosauriado. La maquinaria electorera estaba en manos de la secretaría de gobernación, capaz de hacer fraudes tan evidentes y asquerosos como el que hizo Manuel Bartlett.

Tiempos en los que, Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J. Clouthier, Porfirio Muñoz Ledo, encabezaron a miles de persona que soñaban con ser libres. En los que, Heberto Castillo y tantos otros que no cabrían en estas cuartillas lucharon a brazo partido por el cambio.

Un cambio que llegó con la conformación del Instituto Federal Electoral, luego encabezado por José Woldemberg, incansable activista a favor de asentar el derecho democrático.

El intento por guillotinarlo es criminal. Aunque una mayoría no entienda la trascendencia de anular el voto libre.

 

catalinanq@hotmail.com
@catalinanq.