Deplorable que, el presidente se dedique a regodearse en la venganza contra sus presuntos enemigos, mientras el país se ahoga en problemas.
El emperador de palacio lleva días embebido con el juicio a Genaro García Luna, exfuncionario de Fox y Calderón, en materia de seguridad. El proceso se lleva a cabo en Nueva York, donde se dirimen cargos de enorme peso, como tráfico de drogas en cantidades brutales y otros más que podrían costarle incluso, una cadena perpetua al acusado.
Al tabasqueño esto le importa un pepino: su único interés es que, en el juicio al funcionario mexicano de más nivel, a quien se lleva ante un tribunal extranjero, se enlode e incluso se sancione a su enemigo más visible, el ex presidente, Felipe Calderón.
No ha habido forma de que AMLO acepte que perdió la elección en contra del panista, aunque la diferencia fuera pequeña. Desde aquellos días el personaje que dice que no odia a nadie, no pasa un par de jornadas sin referirse a quien según sus palabras le robó el triunfo, lo que le impidió vivir en un palacio, durante ese lapso de tiempo.
Un odio enfermo lo lleva a buscar venganza y cual sería mejor que verlo sometido a un juicio, nada menos que en Estados Unidos. De la vergüenza que supone para México el estar en boca de todos los medios internacionales y de quedar como el trópico en el que florece el negocio ilícito más redituable del mundo, ni ocuparse ni preocuparse. El que se nos señale como el enclave en el que el narco tiene su
paraíso y donde hay una auténtica sociedad entre los capos y la política, le debe parecer peccata minuta.
Cuesta trabajo creer que García Luna sea culpable de tantos delitos, en razón de su aparente compromiso como secretario de seguridad, los muchos operativos y decomisos de aquellas épocas y la captura de maldosos de ligas mayores. Sin embargo, es difícil que las autoridades yanquis se lancen a la aventura de acusar sin fundamento a un funcionario -al que ellos habían premiado en un sinfín de ocasiones-.
En cuanto a Felipe, es factible que, de resultar culpable García Luna se reconozca que él ni idea tenía de los tejemanejes de su subordinado, o por el contrario, compartió y solapó los delitos. Calderón es sin duda, un hombre al que se percibe como apegado al derecho. No fue santo de mi devoción en vista de una guerra contra las drogas que despertó al México bronco y tuvo tan poca efectividad. Lo peor, haber causado un número tan alto de muertos, aunque parece que con el tabasqueño la cifra se ha superado y a él lo tiene sin cuidado.
En su momento lo critiqué acremente y seguiré reacia a una estrategia yanqui que nos bañó en sangre. Pero teníamos un ejecutivo federal presente, firme y que trabajaba en pro de sus gobernados, a diferencia de este régimen empobrecedor y multiplicador de conflictos y divisiones.
Amlo no va a desaprovechar el mínimo resquicio para cobrar esa enfermiza venganza que lo carcome. Se ve muy difícil que pueda echarle el guante a Calderón, máxime cuando este se mueve como pez en el agua a nivel internacional, a diferencia de esta administración, que no para de hacer el ridículo en el extranjero y que se caracteriza por estar del lado de los dictadores populistas sangrientos, de América.
Por lo pronto habrá que hacerse de más paciencia que el santo Job, ante la repetidera de un tema que resulta insignificante para la sociedad, frente a la aflicción de pasar la cuesta de enero.
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