Darle continuidad a este cambio de época

LUIS WERTMAN ZASLAV Existe una curiosa contradicción cuando lamentamos que la vida pública del país tenga que iniciar de cero cada seis años y, al mismo tiempo, consideremos que este cambio de época no debe continuar. En el diálogo social, ese que construimos las y los ciudadanos en nuestros hogares, es evidente que amplios segmentos

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LUIS WERTMAN ZASLAV

Existe una curiosa contradicción cuando lamentamos que la vida pública del país tenga que iniciar de cero cada seis años y, al mismo tiempo, consideremos que este cambio de época no debe continuar.

En el diálogo social, ese que construimos las y los ciudadanos en nuestros hogares, es evidente que amplios segmentos de la población coinciden en que debemos seguir hacia delante con la construcción de la paz, con los programas sociales, con las obras de infraestructura y con una administración enfocada en la mayoría de la gente y no en ciertos grupos de influencia y de poder.

Vamos, hasta quienes pudieran formar parte de sectores que han estado en contra de casi cualquier propuesta, medida o logro, de la actual administración, se ven obligados a reconocer que la conducción de la economía es correcta (al grado de no recordar que la mitad de este sexenio nos la pasamos en pandemia), las reglas impuestas han beneficiado a millones de personas antes rezagadas y que México es un país con un atractivo para la inversión como ningún otro.

Seguimos teniendo problemas, claro, pero hay un ejercicio de gobierno que se ve y se siente en una sociedad que hoy participa como nunca y emite tanto sus críticas, como su reconocimiento de una manera que no era permitida en el pasado. Eso ha fortalecido nuestra incipiente democracia y sus efectos en su consolidación todavía están por verse, pero serán positivos.

Cualquier empresa que se construye, también es una misión para lograr lo que nadie antes ha conseguido; ese es el legado, alcanzar la cima de manera correcta, no a cualquier precio, sino con el propósito de mejorar el entorno de la mayoría de la sociedad de la que formamos parte.

Habrá quienes rechacen que eso es lo que ha ocurrido y, tristemente, repetirá una visión distorsionada porque no coincide con su percepción, lo mismo que con sus temores y expectativas; sin embargo, hemos aprendido que muchas de las decisiones pueden llevarse no solo a la consulta directa, sino al debate público que todos los días se lleva a cabo en diferentes plataformas.

Una enorme diferencia entre lo que hoy vivimos y lo anterior es que ahora las viejas estructuras de poder se han tambaleado con tal fuerza que comienzan a agrietarse a la misma velocidad que la sociedad toma una participación más activa en las decisiones que nos involucran a todos. Eso no solo no es malo, sino que se trata de un parteaguas en la historia social del país.

Incluso las resistencias, normales en un cambio de época, han tenido que ajustarse a un entorno en el que la gente es tomada en cuenta y tiene un lugar en la mesa antes reservada para aquellos que daban por hecho que siempre estarían a cargo del rumbo de la nación, porque supuestamente tenían el conocimiento y la experiencia. Los resultados demostraron que no era así y que la sociedad tenía una voz y quería decir (y cambiar) lo que no estaba funcionando.

Ahora estamos en la antesala de la segunda etapa de este cambio de época y el consenso en el análisis es que el proceso será inédito porque reparte el poder concentrado en una sola representación para repartirlo entre varios actores que deberán negociar y aprender a colaborar si desean que esta transformación perdure. Adicional a esta intención, estará una presión ciudadano fuerte, que comparará lo hecho con lo que se hará sobre la base de los principios, el sentido social y la reducción de la monstruosa desigualdad que es el origen de los retos que en los siguientes años tenemos que disminuir.

Uno de ellos la seguridad en cada rincón de México, impulsada por la atención de las causas y el combate a organizaciones que prosperaron gracias a la tolerancia de muchos que estaban encargados de cerrarles el paso. En uno de los actos más grandes de congruencia y de lealtad con este objetivo, la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, anunció que seguirá al frente de esta enorme tarea, lo que brindará certeza. Habrá continuidad, porque solo la constancia garantiza resultados.

Llegará la hora en que la sociedad mexicana emita nuevamente su voluntad acerca de lo que viene para el país. La evaluación mayoritaria residirá en el contacto con la gente, en la atención de sus necesidades y en el convencimiento de que vamos por el camino que nos permitirá alcanzar el desarrollo, la justicia y la tranquilidad que nos ha eludido en el pasado como ciudadanía. No hay marcha atrás.