De las montañas de Guerrero a los Alpes suizos: mexicano se titula desde Lausana

PATRICIA RAMÍREZ Desde lo profundo de la montaña de Guerrero, donde tuvo que vender macetas y trabajar muy duro para costearse sus estudios, Cristóbal Miguel García Jaimes, alumno de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, llegó hasta Lausana, Suiza, para colaborar con un equipo científico de alto nivel para fabricar el Colisionador Circular

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PATRICIA RAMÍREZ
Desde lo profundo de la montaña de Guerrero, donde tuvo que vender macetas y trabajar muy duro
para costearse sus estudios, Cristóbal Miguel García Jaimes, alumno de la Facultad de Ciencias (FC) de
la UNAM, llegó hasta Lausana, Suiza, para colaborar con un equipo científico de alto nivel para fabricar
el Colisionador Circular Lepton, que medirá 100 kilómetros de diámetro, y será la máquina más grande
que la humanidad haya construido jamás.
Desde un paraje montañoso, pero a más de 10 mil kilómetros de San Miguel Totolapan, Guerrero, su
estado natal, García Jaimes, realizó su examen profesional vía remota para obtener el título de
licenciado en Física por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Su trabajo de graduación, bajo la modalidad de Proyecto de Apoyo a la Docencia Científica fuera del
Aula, lo denominó “La Combi de la Ciencia. No hay lugar donde la ciencia no pueda llegar…”, con el
objetivo de visualizar la acción docente que los profesores realizan en las comunidades rurales de
Guerrero.

PREMIO NACIONAL DE LA JUVENTUD
García Jaimes, Premio Nacional de la Juventud 2014, compartió sus experiencias y recordó que durante
el confinamiento fue aceptado para realizar un posgrado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana,
Suiza.
“Vine aquí a hacer el doctorado y estoy haciendo física de aceleradores de partículas, estos son
máquinas que incrementan y apremian la energía y su velocidad, y el más grande del mundo está en el
CERN, (The European Organization for Nuclear Research), que es de 27 kilómetros de circunferencia,
como una gran dona. Yo trabajo en el FCC, que es el Future Circular Collider, un colisionador circular de
100 kilómetros, aunque ahorita está en 91 mil 174 metros con 11 centímetros”, detalló.
El universitario egresado de la Escuela Nacional Preparatoria 6 Antonio Caso, explicó que su labor se
centra en el diseño de la parte óptic.
“El asunto es que en el doctorado te piden que desarrolles tu tesis en un internado y la desarrolles en
algún laboratorio. Entonces mi trabajo es en el CERN, porque mi coasesor está adscrito ahí, y desde el
primer semestre tengo la suerte de trabajar en ello. Estoy en el Olimpo de lo que son los aceleradores
de partículas del mundo”, dijo sonriente.
El trabajo recepcional de licenciatura de Cristóbal Miguel García fue dirigido por Efraín Chávez Lomelí,
investigador del Instituto de Física (IF). Entre los integrantes del jurado destacaron: Arcadio Huerta
Hernández, también de esta entidad, así como los académicos de la Facultad de Ciencias (FC), José
Manuel Alvarado Reyes y Rosaura Ruiz Gutiérrez, quien también se desempeña como secretaria de
Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México.
El proyecto formó parte de su servicio social como físico en el Museo de la Luz de la dirección general
de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.
“Llegar hasta aquí fue un reto difícil. He de confesar que ha sido de los más complicados que he
afrontado. La pandemia me pegó en muchos sentidos, porque me gané una beca a nivel internacional,
fuimos muy pocos los electos entre cientos de miles de aplicantes, pero el problema era cómo llegar y
tener una vacuna aceptada”, rememoró.
Recordó que para llegar a Suiza, vendió macetas, tierra para jardín, hizo desayunos, rifas, dio
conferencias para juntar fondos, pues necesitaba seis mil dólares para llegar Suiza y los pasajes de
avisón de los dio un paisano de Ciudad Altamirano, Guerrero.
Explicó que vive en Lausana, pero tiene que recorrer largas distancias pues el CERN está en Ginebra,
así es que toma un autobús, llega al Metro, transborda y de ahí abordo un tren hacia Ginebra, que hace
50 minutos, para después ingresar al tranvía. El recorrido consta de dos horas con 20 minutos.
“La verdad es que ni soy genio, ni estoy superdotado, ni hay nada extraordinario, más que el esfuerzo y
la perseverancia: caminar, caminar, caminar y ver después cómo está el surco para que no me agüite,

porque a veces tenemos miedo, tenemos capital humano. Ser guerrerense me ha ayudado mucho,
porque ahí nos la rifamos día a día, y acá no es diferente; atrás ni para agarrar vuelo”, concluyó.