Como nombró el gran Delfín Sánchez Juárez, al bar de la embajada de la entonces Yugoeslavia, bajo su férula. Y como “potrolocos” se comportó la parejita imperial, en la reciente reunión de los tres presidentes, poniendo en vergüenza a un país que se distinguía por la calidad y calidez de su trato con los representantes del exterior.
La chabacanería, la ordinariez y la vulgaridad de las actitudes de la “no primera dama”, les sacaron tales gestos a los invitados, que se podría hacer una exposición de fotos de “momentos desagradables”. La que se dice “doctora” -que habría que saber de dónde sacó el título- le podía haber echado un vistazo a cualquier manual de educación -empezando por el de Carreño- y haberse asesorado de los muchos jefes de protocolo de la Secretaría de Relaciones.
La personalidad del tabasqueño no sorprende. La de la mancuerna -que ya se creyó sus ímpetus de trepadora- se reveló. En sus encomiendas en el exterior, la más reciente a la toma de protesta de Lula da Silva, proliferaron videos de su escandaloso acoso al ahora presidente de Brasil, que ya no sabía como quitársela de encima. Aquí repitió la receta con singular alegría.
AMLO decidió hacerse su propio cónclave. Con su estilo merolico, habló y habló de temas que nada que ver con la reunión, de poco interés y encaminados a hacerse pasar como el gran líder latinoamericano, que ni quien reconozca.
Coronó, lo que será el juicio a su esquizoide personalidad, con una perorata de 28 minutos, en la conferencia de prensa final, la que dio por concluida sin permitir que sus pares respondieran a las preguntas de los reporteros. Habló de estupidez y media, a extremos de incluir a los “vapeadores” (Cigarros electrónicos), de los que dijo ¡Oh maravillosa clarividencia!, que tenían hasta 30 venenos.
Perdió la oportunidad de ponerse al día en relación a la oferta de grandes negocios que le hacían Estados Unidos y Canadá. Ignoró la importancia de encaminarse a las energías limpias, como intentan hacerlo Biden y Trudeau. Jamás escuchó, porque es incapaz ni siquiera de oír a alguien más que no sea su propia voz. Mucho deben haber descansado quienes tuvieron que soportarlo. Lo hicieron en razón de sus objetivos, los que consiguieron con creces, sacrificios redituables desde el punto de vista de quienes saben lo que es estar al frente de una nación.
En tanto la desastrosa jefa de gobierno capitalina desviaba la atención de la última tragedia del Metro -viernes pasado-, en la que perdió la vida una jovencita y 110 personas resultaron heridas, con la aprehensión de 11 maleantes que se dice fueron quienes atentaron contra la vida de nuestro querido Ciro Gómez Leyva.
Difícil creer que aparecieran como conejos del sombrero de copa de un mago, justo cuando los reclamos por las cotidianas desgracias en el transporte colectivo, arrecian. Ni palabra de los motivos ni autor o autores intelectuales. Once individuos a los que pescaron con armas y drogas, a los que se colocó en la escena del crimen. De paso, la incompetente damisela aprovechó para militarizar al metro -ahora estará la guardia nacional-, que porque “podría haber sabotajes”.
Más de una década de una absoluta falta de mantenimiento tiene al Metro postrado y. como sus predecesores capitalinos eran del mismo partido y no se les puede culpar, habrá que inventar sabotaje y “compló” como le gusta al tabasqueño. Puro potroloco, nulo protocolo.
@catalinanq