Déjà vu: Los dos García

De García Luna a García Harfuch: análisis sobre la repetición de estrategias fallidas de seguridad en Michoacán y sus consecuencias predecibles



La ejecución de Carlos Manzo y la protesta masiva no sólo por la muerte de un modelo de líder y representante popular, sino por su lucha frontal contra los cárteles a pesar del abandono y desprecio que sufrió por dos órdenes de gobierno, llevaron al lanzamiento inmediato de un plan de seguridad, justicia y paz.

El hallazgo de dos cuerpos de los que serían responsables del homicidio del alcalde; la marcha atípica y violenta en la Ciudad de México; la fallida operación de aprehensión de uno de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación en la región con el consecuente “disparo” de violencia criminal acostumbrado, así como la resolución inmediata en la búsqueda, localización, identificación y captura del autor intelectual del homicidio de Manzo, nos lleva a una especie de déjà vu, esa sensación intensa de que ya vivimos o ya vimos algo y justo en ese estado de la República: Michoacán.

Me refiero al sexenio de Felipe Calderón. La violencia inició en ese estado, saturado de extorsiones y ejecuciones por derecho de piso incumplidos, con líderes locales perseguidos y abatidos bajo un plan denominado Operativo Conjunto Michoacán; con el despliegue de más de 7 mil elementos y decenas de “generadores de violencia” asegurados o abatidos. El resultado, por todos conocido.

Michoacán, de nuevo. Seguridad, justicia y paz; despliegue de 10 mil efectivos para hacer presencia; investigaciones rápidas y eficientes para extraer generadores de violencia bajo la vieja y desgastada premisa de “muerto el perro se acabó la rabia”, sin entender que la rabia es altamente contagiosa, que al pasar de los años sobran perros rabiosos con escasas vacunas.

¿Por qué repetir algo que no funciona? ¿Por qué no considerar las experiencias valiosas de otros países y ajustar un modelo nacional de ataque a este fenómeno delictivo?

La respuesta, al parecer, viene de lo que este gobierno se ha cansado de señalar, la ineficiencia y corrupción del sexenio de Felipe Calderón bajo el empecinamiento de darle manga ancha al que fuera “el mejor policía del país”, Genaro García Luna, un exitoso investigador del extinto Cisen pero un pésimo secretario de Seguridad Pública. Este personaje, hoy preso, seleccionó, formó y apuntaló a una decena de funcionarios policiales, entre ellos al hoy procesado Luis Cárdenas Palomino.

Antes del año 2010, el hoy mejor policía de México, Omar García Harfuch, no aparecía en el mundo de la seguridad. Es Cárdenas Palomino quien lo invita a integrarse a la Policía Federal y es ahí donde inicia su aprendizaje y experiencia en lo que observamos que hace con éxito, como en su tiempo lo llevó a cabo Genaro García Luna, reconocido y premiado en su época.

Nuestro secretario de Seguridad federal ha llevado una ruta de aprendizaje por parte de estos dos actores. Sea por costumbre o imitación, usa las mismas acciones que culminaron en una estrategia no sólo fallida sino incendiaria, consistente en hacer una o acaso dos de las cinco funciones de seguridad pública: la investigación y persecución criminal, así como el despliegue de fuerzas federales con la única finalidad de saturar al estado con presencia “disuasiva”. La experiencia nos ha enseñado que el resultado será una violencia criminal desbordada.

¿Qué escenario se vislumbra si nuestro secretario sigue por ese mismo sendero esperando resultados diferentes haciendo exactamente lo mismo? Continuar el sexenio con miles de detenidos, sumando grupos delictivos con la continuada y ya normalizada extorsión. Un país bajo una crisis de seguridad recurrente (30 años para entonces) y, hago votos porque no sea así, con escándalos de corrupción complejos.


Bernardo Gómez del Campo
Analista de Seguridad
@BGomezdelCampo