La Presidenta de la República señaló el día 17 del presente mes que no sabía desde cuándo existía el hoy flamante delito denominado huachicol fiscal, ello, a partir del escándalo desatado por el involucramiento de una red de sobornos para permitir el ingreso de buques en puertos tamaulipecos y que relacionan, hasta ahora, a más de 30 personas de diferentes niveles y sectores.
Pero ¿qué es el huachicol? Y ¿su modalidad de fiscal?
El primer concepto que se conoce es de origen náhuatl, “cosa aguada”, que desde la época colonial se le denominó a los alcoholes considerados mezclados y rebajados, es decir adulterados.
Se adopta el concepto en el siglo XX cuando algunas personas vieron la oportunidad de perforar los ductos que transportaban el producto y extraerlo para su venta ilegal.
Es importante señalar que aunque entre 1910 y 1930 empresas petroleras extranjeras tenían ductos locales, es hasta la década de los 40, con el nacimiento de la empresa estatal Petróleos Mexicanos, cuando se inicia la expansión de la red de abastecimiento y distribución de este producto nacional.
De esa década a la fecha surgen esas poderosas redes de corrupción entre lo público y privado que han ido devastando a la empresa más importante del país, que por décadas ha mantenido el desarrollo nacional.
Ahora bien, en términos fiscales, esta venta ilegal de combustible se equipara a una especie de fraude en impuestos y comercio, por lo que puede considerarse al huachicol fiscal como el hecho de adulterar y falsificar recursos públicos (petróleo) a través de mecanismos fiscales para la manipulación y evasión de impuestos, productos o aprovechamientos de bienes nacionales.
Precisando el término, regresemos a la pregunta inicial de la señora Presidenta.
Se dice que la Secretaría de Hacienda lo utiliza desde el año 2010 al “detectar” este tipo de operaciones ilícitas; no tengo pruebas pero tampoco tengo dudas de que estas prácticas pueden venir de mucho antes; en lo personal, yo mismo lo viví e investigué.
En el año 2003 ocupaba la posición de director de Operaciones de Tráficos y Contrabandos en la Coordinación de Inteligencia de la extinta Policía Federal Preventiva.
En ese contexto, nuestra dirección investigaba y desmantelaba redes de tráficos ilegales de seis delitos federales, entre ellos el contrabando de productos.
El entonces secretario de Seguridad, de quien dependía esa policía y hoy fiscal general de la República, ordenó intervenir las seis refinerías para detectar el robo de combustible.
Posicionados, el que esto escribe y 10 agentes investigadores en la refinería Francisco I. Madero, ubicada en Tampico, y específicamente en la Terminal Marítima de Abastecimiento y Distribución de Pemex detectamos relaciones y movimientos fuera de protocolos entre personajes de la empresa estatal y tripulación de buques-tanque extranjeros; no sólo eso, sino también un sistema de distribución del combustible muy particular, puesto que este era extraído de esa terminal, en horas y procesos inusuales en lanchas, barcazas y hasta barcos nacionales y extranjeros.
Al darle seguimiento al producto, de igual manera fuimos testigos del transporte de autotanques privados descargando en decenas de estaciones de servicio en el estado tamaulipeco. Tomamos gráficas y notas de la identificación de esas estaciones para cruzar la información con el sistema de comercialización del corporativo de Pemex y la sorpresa fue que ninguna de ellas tenía registro alguno.
Es decir, estaciones de servicio con número de identificación y cromática publicitaria de Pemex sin registro.
Señora Presidenta: el huachicol fiscal existe desde que funcionarios mexicanos y empresarios corruptos decidieron apoderarse ilegalmente de uno de los productos más preciados del mundo. ¿Cuándo? La respuesta continuará en el aire.




