Deudas del bienestar

López Obrador prometió no aumentar la deuda pública, pero esta creció casi 70% en seis años, alcanzando cifras históricas.


Juan Ortiz

“… Ya no va a aumentar la deuda pública. Ese es nuestro compromiso”, dijo López Obrador cuando rindió protesta como presidente. Una promesa repetida mil veces. Era la línea que separaba al “humanismo” del odiado “neoliberalismo”.

En lugar de cumplir, la deuda creció casi 70% en seis años. Hoy, cada mexicano debe más de 132 mil pesos. En 2018, la deuda de cada quien era de 83 mil pesos.

La deuda pública fue uno de los mitos fundacionales del obradorismo. Antes de llegar al poder, prometer que no se endeudaría al país era el grito de batalla. Porque para ellos, endeudarse era igual que corromperse. Era saqueo, desvío, enriquecimiento.

Pero al llegar a Palacio Nacional, toparon con la realidad. Y muy rápido.

DEUDA EN ESTEROIDES

Imaginen. En diciembre de 2018, cuando tomó posesión, López Obrador recibió una deuda “neoliberal” de 10.4 billones de pesos. A mayo de 2025, ya con Claudia Sheinbaum en el poder, la cifra llegó a 17.6 billones. Un aumento del 68%.

Si se compara sólo de mayo de 2024 a mayo de 2025, la deuda creció casi 2.1 billones de pesos. Eso equivale a 5 mil 270 millones de pesos por día. Lo mismo que se destina para investigación científica, desarrollo e innovación… al año.

El aumento es contradictorio si tomamos en cuenta otra de sus banderas: la austeridad republicana. Porque si aplicas austeridad, usas mejor el dinero público y el gasto baja. Pero no. El gasto no ha dejado de crecer.

De un presupuesto federal de 5.8 billones de pesos en 2019, pasamos a 9.3 billones en 2025. ¿Dónde está la austeridad?

LA CRUDA FISCAL

Esta borrachera presupuestal deja una cruda fiscal que duele. En seis años, estamos por duplicar lo que se paga sólo por intereses. Igual que cuando pides un préstamo al banco: no sólo devuelves el dinero, sino también los intereses.

En 2018, se destinaron 655 mil millones para pagar esa cuenta. Para 2025, ya se asignó un billón 149 mil millones. Un incremento del 75%. Cada vez pagamos más a quienes nos prestaron.

¿Y EL DINERO?

El dato incómodo está en el último informe de Hacienda: la inversión pública, como proyectos de infraestructura, cayó 29.1% real anual entre enero y mayo. La peor caída en 30 años.

La Constitución dice claramente que la deuda debe ir a obras que generen ingresos, refinanciar pasivos o responder a emergencias nacionales. No estamos usando el dinero para eso. Mucho menos para inversión productiva.

Las obras insignia del sexenio pasado –el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas y el AIFA– terminaron costando más del doble. Según México Evalúa, el costo inicial de estas tres era de 504 mil millones. Cerraron en un billón 178 mil millones. Un sobrecosto de 673 mil millones.

Y no, tampoco generan ingresos. Al contrario. Necesitan más dinero público para sobrevivir.

El Tren Maya, la paraestatal del Ejército, fue la que más recursos perdió en su primer año. Sus estados contables revelan que perdió 2 mil 561 millones de pesos sólo en 2024. Y eso sin contar los subsidios millonarios que recibe.

No todo es progreso si se construye con deudas que no podremos pagar mañana.

EL DATO INCÓMODO

Según Proceso, la Cámara de Diputados gastará 5.4 millones de pesos para pagar la mitad del costo de maestrías y doctorados a 80 legisladores y trabajadores. Las clases serán virtuales. Los descuentos se harán vía nómina. Para que no digan que no hay apoyo a la educación.