Disculpas al poder

Un ciudadano fue obligado a disculparse públicamente ante Fernández Noroña en el Senado: no conciliación, sino castigo con sello institucional


Juan Ortiz

Por primera vez, un ciudadano fue obligado a disculparse públicamente con un político… frente a cámaras, en el Senado y al lado del mismo Fernández Noroña que lo denunció. Se presentó como conciliación, pero fue un castigo público. Un escarmiento con sello institucional.

Este lunes, Carlos Velázquez de León, abogado, compareció ante el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña. Ahí, leyó palabra por palabra una disculpa pública por haberlo agredido física y verbalmente en septiembre de 2024.

No en una oficina, no en una audiencia judicial: en el Senado. Grabado, transmitido en vivo y con presencia del aparato de justicia. A su lado, Noroña. Al otro lado de la pantalla, México mirando.

EN VIVO

Una disculpa real se da en un lugar neutral. Una disculpa con cámaras es escarmiento.

La escena fue cualquier cosa, menos neutral. La sede: el Senado de la República, símbolo de poder. El escenario: una transmisión oficial, en vivo. El mensaje: nadie le falta al respeto al poder sin pagar el precio.

Nadie niega que el ciudadano haya cometido un exabrupto. Pero cuando la disculpa se produce en un marco de absoluta asimetría, con exposición nacional y respaldo del Estado, se convierte en una puesta en escena para el poder.

El constitucionalista Francisco Burgoa advirtió que la Constitución prohíbe un acto así, en el que un ciudadano ofrezca disculpas públicas, frente a cámaras y al lado del senador que lo denunció.

Pero se buscó degradar, no reparar el daño. Se realizó para que todos lo vieran. Y se hizo en condiciones de poder desigual. Un ciudadano ante un legislador. Un abogado frente al presidente del Senado.

ESPEJO INCÓMODO

Cuando el gobierno exige disculpas, el riesgo no es anecdótico. Es autoritario.

En China, activistas y ciudadanos han sido obligados a disculparse en televisión estatal. Uno de los casos más conocidos es el del sueco Peter Dahlin, en 2016: “He herido los sentimientos del pueblo chino. Me disculpo sinceramente”.

Lo que antes se veía como una práctica lejana, hoy tiene eco en la política mexicana. ¿Por qué? Porque se está normalizando el uso del aparato del Estado sobre ciudadanos.

La forma importa. El lugar importa. La exposición importa. Y la forma en que Noroña lo enmarcó (como precedente, como ejemplo) no deja lugar a dudas: se buscó el linchamiento público.

POLÍTICA DE ESTADO

Claudia Sheinbaum, al ser cuestionada sobre el acto, restó importancia: “México es un país libre, cada quien puede decir lo que piensa”. Pero al mismo tiempo, llamó a evitar las groserías y promover “amor y paz“.

Pero un país donde un ciudadano tiene que pedir perdón en televisión, al lado de un senador, en la Casa del Pueblo, es un país donde se cruza una línea.

Hoy fue Carlos Velázquez. Mañana puede ser cualquiera que se equivoque frente a un poderoso. Y cuando el poder ya no tolera ni el exabrupto, lo que se impone no es respeto. Es miedo.

EL DATO INCÓMODO

La noche del 27 de marzo de 2023, un incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez mató a 40 personas y dejó a 26 más gravemente heridas. El entonces titular del INM, Francisco Garduño, fue condenado… a ofrecer disculpas públicas. Nada de cárcel. Nada de inhabilitación. Sólo disculpas. Y a más de dos años de la tragedia, y casi un mes de haber dejado el cargo, no lo ha hecho.