“¿Dónde está mamá?”, corredores con carreola y sus perros cruzan la meta del Maratón CDMX 2023

27, agosto 2023

MARTÍN AVILÉS

Foto: Cortesía TW  @MaratónCDMX

Con los brazos hacia en cielo para celebrar la victoria, un corredor con la máscara de Blue Demon cruza la meta. Detrás de él, Aaron Torres se toma una selfie agachado junto a su perro Stanley. Los últimos tramos del Maratón de la Ciudad de México son ese dolor reconfortante que da una satisfacción tan única que lo que más desean los competidores es compartir el momento con sus seres queridos. O regalar una dedicatoria.

Georgina Almaraz ingresó acompañó a su esposo Gerardo Sandoval a la competencia. Ahí, se sumó a la carrera en sus últimos 12 kilómetros con su hija Julieta en carreola para cruzar los tres juntos en familia.

“Sí, en el kilómetro 30. Pasó él, le di su shot de café y arranqué con Julieta. Así tenemos que hacer la logística. A la siguiente me toca a mí (competir), una y una. Ya habíamos corrido antes”, dijo Georgina.

Gerardo finalizó con un tiempo de 3 horas con cuatro minutos. Pero más allá de buscar su mejor registro, jamás olvidará el haber participado en el maratón junto a su esposa e hija, una pequeña que poco a poco se acostumbra al mundo del running gracias a sus dedicados padres.

“Cuando yo no aparezco en la mañana, pregunta ‘¿dónde está mamá?’, y ya sabe que ando corriendo. Ya sabe echar porras, las palabras de ánimo, sí se puede. Empezamos a entrenar con ella, antes 5 km, ahorita ya aguantó casi 12”, presume Almaraz.

“Un poco le cambiamos la rutina. Ella sabe que corremos, la onda de levantarse temprano”, añadió Sandoval.

Y es que no hay momento más glorioso para un corredor que el cruzar la línea de meta luego de 42.195 kilómetros de esfuerzo. Una auténtica parábola de la vida que culmina con la redención. Así pasó con Aaron Torres, cuyo compañero de vida, Stanley lo siguió desde el kilómetro 38 para poder terminar juntos la prueba más exigente del atletismo.

“Si hubiera corrido (Stanley) los 42 kilómetros, imagínate, se muere. Lo tenía mi hermano y cuando faltaban como cuatro kilómetros me lo pasó para entrar con él. Quería vivir este momento con él”, señaló.

Entre las máscaras de luchador y penachos alusivos al México precolonial, letreros como “Te amo, Valentina. Va por ti, hija”, o hasta de asociaciones de corredores con causa, dan un enfoque distinto a la carrera. Porque a veces solo se necesita un motivo para hacer cosas sobrehumanas, como correr 42.195 kilómetros.