El agua de lluvia no es potable, advierten especialistas de la UNAM

22, octubre 2022

PATRICIA RAMÍREZ

Foto: Cuartoscuro

Especialistas advirtieron que el agua de lluvia, que se podría considerar potable, no lo es tanto debido a elementos químicos que arrastran en su caída y que son dañinos para el medio ambiente y la salud humana.

Con aproximadamente mil personas durante el invierno y cerca de cinco mil en verano, la Antártida es el continente menos habitado, y aunque gran parte de su territorio se mantiene virgen, la poca lluvia y la abundante nieve que cae ahí contiene sustancias cancerígenas conocidas como PFAS (perfluoro y polifluoroalquiladas). 

Por ello la comunidad científica concluye que, sin importar lo lejos y apartado del entorno, el agua pluvial dejó de ser potable en el mundo.

Expertos de la Universidad de Estocolmo y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich lo constataron tras una investigación de 10 años, cuyos resultados pueden leerse en la revista Environmental Science & Technology (edición del 16 de agosto). 

A decir de la profesora del Área Urbano Ambiental en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Elena Tudela Rivadeneyra, esto enciende focos rojos pues parte importante del vital líquido que bebemos proviene de la captación de lluvias y de su escorrentía.

Por ello y para tratar de eliminar las sustancias cancerígenas conocidas como PFAS que contiene el agua pluvial, un grupo de científicos del Instituto de Química (IQ) de la UNAM diseña materiales porosos que las filtra en el vital líquido.

Se trata de compuestos no degradables por vía natural, por lo que se espera que persistan en el ambiente durante cientos o miles de años; por eso se les conoce también como “químicos para siempre o eternos”.

Dazaet Galicia Badillo, del Departamento de Química Orgánica del Instituto de Química de la UNAM, explicó que la sustancia que desarrollaron en la Universidad, a simple vista, parece un polvo blanco, pero en realidad está compuesto por cristales microscópicos diseñados para capturar las sustancias perfluoro y polifluoroalquiladas presentes en el líquido.

Estos esfuerzos no son exclusivos de la Universidad Nacional, ya que científicos del mundo trabajan en proyectos similares. 

Aunque es importante señalar que el objetivo ahora es degradar los PFAS in situ, y no sólo filtrarlos”, aseveró Alonso Acosta, compañero de laboratorio de Galicia, quien añadió: “pero de hacerlo mal corremos el riesgo de quedarnos con compuestos de las mismas características y con cadenas de carbono más cortas”.

Para lograr un proceso sin fallos, los científicos del IQ exploran añadir aditivos químicos y un disolvente orgánico y calentarlos juntos, a fin de remover los átomos de flúor de los PFAS. Lo obtenido por esta vía son cadenas alifáticas que pueden reducirse con bacterias hasta obtener elementos no perjudiciales.

Aun cuando las investigaciones están en proceso, se busca reducir la presencia de las sustancias. 

A decir de los científicos del IQ es posible, pese al mote dado a estos compuestos pues, como cuestionó Alonso Acosta Vera: ¿químicos para siempre?, eso es un término relativo.