No termina este gobierno de lidiar con “el acuerdo” arancelario del vecino país cuando aparece una carta de solicitud de asistencia consular y repatriación por parte de Ismael Zambada, conocido como el máximo líder de lo que, desde hace más de 40 años, era el Cártel de Guadalajara, de Sinaloa y, ahora, del Pacífico, cuyos hijos, antes primos, compadres e inseparables, hoy mantienen una disputa a sangre y fuego por siete meses en lo que se ha dicho llamar “guerra entre La Mayiza y La Chapiza”.
Al parecer, puesto que todo sigue siendo especulaciones, todo empezó con el aseguramiento, dicho por unos; privación ilegal de la libertad, por otros, del otrora máximo líder en el mes de julio del año pasado, entregado o “puesto” por el hijo más inocuo, menos agresivo e importante de los Guzmán, bajo una supuesta reconciliación. Con esta neutralización, se abría paso a los hijos del Chapo al control total del Cártel del Pacífico.
Sin embargo, no contaban los Guzmán con dos variables que les complicarían el control y despliegue territorial de sus operaciones bajo el mando total del cártel:
- La respuesta violenta de los no pocos seguidores del Mayo.
- La información en poder de Zambada, que sería debidamente aprovechada por las agencias estadounidenses.
Estos dos elementos han ocasionado que ambos gobiernos, en contextos de cambios de administración, se concentren en el combate a la delincuencia organizada y, sin saberlo o quererlo en ese cártel, que hoy comandan Los Chapitos. Basta revisar las noticias de las dos últimas semanas y veremos que los principales aseguramientos han sido de ese grupo.
¿Cabría entonces preguntarnos si el gobierno federal, a escasos meses, hizo investigación suficiente que llevara a buscar, localizar, identificar y asegurar a los principales operadores de Los Chapitos? Los que nos hemos dedicado a la función investigadora sabemos que requerimos tecnología posicionada en un momento, lugar y territorio; una serie de procesos y talento humano intachable, pero además muchas fuentes de información confiables y miles de dólares para obtener resultados y, por supuesto, tiempo.
Luego, entonces, esa carta suena sugerente. ¿Será que el Mayo, al ser capturado y saberse traicionado, reveló a las agencias norteamericanas la ubicación exacta de los blancos hoy asegurados por el gobierno federal? Pongamos algunas coincidencias bajo la premisa de que el gobierno norteamericano tiene “intereses y no amistades”, que para ellos la traición es simplemente una herramienta de negociación. Veamos por qué:
- La presión norteamericana al gobierno para desmantelar este grupo delictivo acusado de inundar de fentanilo el vecino país.
- La desesperación del gobierno mexicano por tener resultados inmediatos ante un sexenio que cerró en total impunidad ante los grupos delictivos.
- La entrega del Mayo Zambada.
- El “pago” del gobierno norteamericano al Chapo mediante el trato privilegiado a su hijo Archivaldo.
- La presión del gobierno yanqui al Mayo para compartir información bajo la amenaza de pedir la pena capital, razón de la misiva al consulado.
- Posible entrega de información al gobierno mexicano para desmantelar el cártel de Los Chapitos.
La carta de Zambada, al sentirse traicionado, nos habla de dos escenarios finales:
- El gobierno protege al Mayo de cualquier declaración que comprometa a la política y a los políticos mexicanos; o…
- El gobierno deja que la justicia norteamericana continúe su rumbo con la certeza que no hay nada que ocultar ni temer.
La primera minará la confianza existente en el gobierno actual; la segunda permitirá que siga consolidándose y acrecentándose, como hasta ahora la Presidenta lo ha conseguido.
Bernardo Gómez del Campo Asesor en seguridad integral
@BGomezdelCampo
