Enviado / París, Francia.- “¡Hija, estoy muy agradecida!”, exclamó Elizabeth Trujillo, tan pronto pudo cobijar a la arquera mexicana Alejandra Valencia, en el más tierno abrazo que una madre puede dar a una hija. Y cómo no iba a hacerlo, si se trata de una doble medallista olímpica que tiró casi perfecto ante la surcoreana Lim Si-Hyeon, quien más tarde se erigiría como ganadora de la medalla de oro del tiro con arco individual femenil de los Juegos Olímpicos Paris 2024.
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Valencia cayó por 4-6 en lo Cuartos de Final de esta competencia en una Esplanade des Invalides repleta de mexicanos que acudieron a apoyar a la heroína nacional en su intento por una tercera presea olímpica y segunda en esta justa veraniega, donde ya había ganado el bronce por equipos femenil junto a Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz.
La hermosillense de 29 años sabía que debía ser perfecta en sus ejecuciones si quería derrotar a la más poderosa tiradora, quien ya haba obtenido previamente dos medallas de oro en la capital francesa en las pruebas de equipo femenino y mixto, por lo que era la gran favorita para llevarse una tercera presea dorada. Y Ale casi lo fue. Rozó la perfección pero no le fue suficiente para poder cumplir su sueño.
“Para la otra, ahí viene la otra”, le dijo su madre al oído mientras ambas seguían abrazadas con los ojos a punto de desbordarse de lágrimas. “Tiré bien, nada más no me aflojó”, se lamentó Valencia, quien volverá a casa con una medalla olímpica más para su colección.
De hecho, gracias a su bronce por equipos se unió a María Espinoza, quien conquistó oro plata y bronce en taekwondo; así como a Paola Espinosa (plata y bronce en saltos de trampolín) y Alejandra Orozco (plata y bronce en saltos de trampolín) como las únicas mexicanas multimedallistas en Olímpicos.
“Para nosotros es una final ganada”, le animó su madre mientras Alejandra hacía un gesto de resignación y se dispuso a caminar hacia una reunión con la Federación de Tiro con Arco tras finalizar su participación olímpica. “Alejandra, ven, tienes una llamada. Ven, tu abuela”, gritó doña Elizabeth mientras Valencia tomaba el teléfono para reencontrarse con sus raíces en busca del consuelo necesario para digerir el momento.
Aquella niña que comenzaba a acercarse a la adolescencia y encontró su destino en el tiro con arco con la cabeza cubierta por trenzas es ahora una de las más grandes leyendas del deporte nacional. Su madre tardó seis horas en complacerle aquel peinado que presumió antes de esa primera competencia en Nacionales; ahora, estaba ahí para consolarla tras el sinsabor en París.