El mito de la joven divorciada

CONSTANZA GARCÍA GENTIL  Este año ha sido testigo de un gran número de rupturas amorosas de celebridades internacionales; desde Rosalía y Rauw Alejandro hasta Justin Trudeau y Sophie Grégoire pasando por Taylor Swift y Joe Alwyn. Una de las más sonadas ha sido la de Joe Jonas y Sophie Turner. La ruptura entre Joe Jonas

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CONSTANZA GARCÍA GENTIL 

Este año ha sido testigo de un gran número de rupturas amorosas de celebridades internacionales; desde Rosalía y Rauw Alejandro hasta Justin Trudeau y Sophie Grégoire pasando por Taylor Swift y Joe Alwyn. Una de las más sonadas ha sido la de Joe Jonas y Sophie Turner.

La ruptura entre Joe Jonas (34) y Sophie Turner (27) es un ejemplo de varios fenómenos que reflejan una nueva conceptualización del matrimonio, y, por otro lado, qué cosas el público está dispuesto a creer y cuáles no.

Una narrativa muy fuerte que se dio durante la ruptura de Jonas y Turner a través de la máquina de las relaciones públicas de celebridades (principalmente de Joe Jonas) fue la de que Turner era una madre irresponsable que solo quería salir de fiesta y Jonas no tenía más remedio que hacerse cargo de sus dos hijas, incluso cuando estaba trabajando. Aunado a esto hubo ocasiones en las que fotografiaron a Jonas saliendo a comer con sus hijas. La intención detrás de esto era ganar la empatía del público haciendo ver a Jonas como una víctima, pero el público no compró esta versión. Además de los comentarios en redes sociales en los que muchos usuarios creyeron que esto era una manera realmente baja de hacer a Sophie parecer una mala madre mientras se intentaba premiar a Joe por hacer sus labores básicas como padre, grandes publicaciones como Vogue y Rolling Stone también apoyaron esta teoría.

De igual manera, este suceso nos ayuda a reflexionar sobre lo que el divorcio realmente puede significar para una joven mujer. La narrativa normalmente es de decepción e incluso vergüenza al ver a una mujer joven divorciarse después de tan solo unos pocos años. Al ver esto vemos un fracaso y una decepción. ¿Qué acaso el punto no era estar juntos para siempre? Las parejas de “antes” parecían superar los problemas y permanecer juntos.

Sin embargo existe otro lado que quizá no estamos viendo. Llegar a la conclusión de divorciarse es un paso realmente difícil. Es el dejar a un lado los sueños y esperanzas del futuro y tener el valor de sentarse con lo que las cosas realmente -son- y lo que realmente implican en el presente. Reconocer nuestras carencias y saber que lo mejor es separarnos antes de hacernos más daño a nosotros mismos y a nuestra pareja. Y cuando hay hijos de por medio esta decisión es aún más difícil pero también mucho más importante, pues es necesario ver por su bienestar y su felicidad.

Y todos estos problemas no son nuevos. Siempre han existido. Las relaciones de pareja y el matrimonio en general siempre han sido complicados, especialmente por nuestras carencias emocionales como seres humanos para reconocer qué es lo que realmente necesitamos y podemos dar. Y eso no empezó a ser diferente en la actualidad. Lo que ha cambiado es el estigma que le hemos quitado. El hecho de que a pesar del dolor y el miedo, hemos comenzado a entender que no vale la pena permanecer en una relación tóxica solo por decir que estamos en una, incluso si es un matrimonio. Las mujeres solían aguantar abuso físico, emocional, financiero y hasta adulterio solo por poder permanecer casadas. Incluso si no eran felices y ni siquiera respetadas. Esto es un gran paso. Que el sistema nos permite hoy en día la posibilidad de ver más allá de eso, tanto por las libertades económicas (que lamentablemente muchas mujeres no tienen todavía) como el poder comprender que existe vida más allá de un matrimonio fallido. Que existe otro futuro más allá de ser una esposa o una madre, y que incluso al fallar como esposas eso no nos convierte en seres humanos fallidos.

Twitter: @cons_gentil