“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor” (Antoine de Saint-Exupéry)
La guerra y la paz en el mundo digital han transformado los conflictos globales. Aunque la tecnología facilita la comunicación y cooperación internacional, también ha dado lugar a nuevas formas de violencia, como los ciberataques. En los conflictos actuales de Ucrania y Gaza, las batallas no solo se libran en el terreno físico, sino también en el ámbito digital, con ciberataques y control de la información. Estos conflictos evidencian cómo las fronteras entre la guerra física y digital se difuminan, y cómo el mundo enfrenta el reto de lograr la paz en un entorno interconectado y vulnerable a los “ciber conflictos”.
Una de las principales aportaciones del mundo digital en la construcción de una cultura de paz es su capacidad para facilitar la comunicación y la comprensión mutua entre individuos y grupos de diferentes partes del mundo. Plataformas como las redes sociales, foros en línea y servicios de mensajería han permitido que personas de diferentes culturas, religiones y contextos sociales se conecten y compartan sus experiencias. Este intercambio cultural, cuando se maneja de manera respetuosa y consciente, puede promover una mayor empatía, entendimiento y respeto entre los pueblos, contribuyendo directamente a la paz global.
Las tecnologías digitales también pueden poco a poco democratizar el acceso a la información sin ingenuidades como todo proceso abra que enfrentar a los grnades poderes hegemónicos que también juegan A través de la internet, cualquier persona con acceso a una computadora o teléfono móvil puede aprender sobre los derechos humanos, la historia de los conflictos y las estrategias para resolver disputas pacíficamente. Iniciativas como cursos en línea gratuitos, plataformas de discusión sobre derechos humanos y proyectos educativos impulsados por organizaciones no gubernamentales han permitido una educación más inclusiva y accesible, que fomenta el respeto por la diversidad y promueve valores de cooperación y paz.
La digitalización ha facilitado el acceso a medios de comunicación que contribuyen a la paz, como las noticias imparciales, documentales y programas educativos. Estas plataformas ayudan a desmantelar narrativas de odio y desinformación, promoviendo la paz al ofrecer a los ciudadanos información veraz y objetiva sobre los conflictos, lo que puede disminuir las tensiones y prevenir la violencia.
La tecnología digital ha permitido la creación de plataformas de resolución de conflictos en línea, donde personas de diferentes partes del mundo pueden participar en conversaciones constructivas para abordar problemas globales, desde el cambio climático hasta la justicia social. Herramientas como conferencias virtuales, espacios de diálogo y colaboraciones en proyectos comunes facilitan una participación activa y colaborativa, sin las barreras físicas que anteriormente limitaban estos intercambios.
A pesar de las contribuciones significativas del mundo digital para una cultura de paz, también existen varios faltantes y desafíos que limitan su potencial para construir una paz duradera. Uno de los problemas más notorios es la desinformación y las fake news. En el contexto digital, la propagación de información errónea o manipulada se ha convertido en una amenaza para la paz. Las plataformas de redes sociales y los foros en línea a menudo actúan como vehículos para la difusión de ideologías extremistas, teorías conspirativas y discursos de odio, lo que fomenta la polarización y el conflicto en lugar de la reconciliación. La facilidad con la que la desinformación se viraliza a través de estas plataformas ha hecho más difícil distinguir entre hechos verificables y falsedades, afectando la cohesión social y fomentando tensiones políticas y sociales.
La accesibilidad desigual a las tecnologías digitales es un desafío importante en la construcción de una cultura de paz global. Mientras que en los países más desarrollados el acceso a Internet y dispositivos digitales es común, en muchas regiones del mundo, especialmente en áreas rurales o empobrecidas, la conectividad sigue siendo limitada o inexistente. Esta brecha digital crea una disparidad en las oportunidades educativas, sociales y económicas, lo que perpetúa las desigualdades y obstaculiza el potencial de la tecnología para fomentar una paz universal. Sin acceso a las herramientas digitales, muchas personas están excluidas de los beneficios de la educación, el diálogo y la participación en iniciativas globales de paz.
La tecnología ha facilitado el crecimiento de la cibercriminalidad y los conflictos en línea, como el acoso cibernético y los ataques a infraestructuras críticas, lo que genera inseguridad, desestabiliza economías y gobiernos, y fomenta tensiones políticas y sociales, poniendo en riesgo la paz. Además, la falta de regulación ética en el uso de inteligencia artificial (IA) y algoritmos puede perpetuar sesgos y desigualdades, exacerbando la violencia estructural. Los algoritmos en redes sociales, por ejemplo, pueden promover contenido polarizante y divisivo, alimentando el odio en lugar de fomentar la paz.
La construcción de una cultura de paz en el mundo actual enfrenta oportunidades y desafíos. La tecnología puede promover la paz al facilitar la comunicación y la cooperación, pero también puede ser utilizada para difundir odio y desinformación. El reto consiste en aprovechar sus beneficios para fomentar el entendimiento y mitigar sus riesgos, como los ciberataques. La clave está en desarrollar un enfoque ético y responsable de la tecnología, promoviendo la inclusión, la justicia y la resolución pacífica de conflictos.
Analista de temas digitales