Desde hace más de 55 años, la familia Ontiveros mantiene viva una tradición que comenzó en Tepito y que hoy se ha convertido en un referente navideño para la comunidad de la colonia Militar Marte, en la alcaldía Iztacalco. Cada diciembre, la familia monta un gran nacimiento en su hogar, que año tras año ha crecido en tamaño y detalle gracias a la dedicación de varias generaciones. Miguel Ontiveros recuerda cómo su madre inició la costumbre y cómo él y su hermano Arturo la retomaron instalando las primeras tarimas en el jardín para que los vecinos pudieran admirarlo.
“Al principio pusimos solo dos tarimas, pero la gente quiso verlo y así fue creciendo la idea de hacerlo más grande cada año”, explica Miguel. La tradición, que comenzó con pequeñas figuras, ahora cuenta con aproximadamente 3 mil piezas, incluyendo pastores, borreguitos, panaderos y agricultores, distribuidos en diferentes escenas que recrean desde un desierto hasta un pueblito mexicano.
Trabajo y dedicación
El montaje del nacimiento requiere de tres semanas de trabajo, con un equipo de electricistas, carpinteros y plomeros contratados por la familia. Arturo Quevedo Ontiveros, arquitecto y uno de los encargados de la escenografía, detalla que cada año se busca innovar: este año, por ejemplo, se incluyen casitas mexicanas, integrando un pequeño pueblo al tradicional desierto con pastores y animales. La iluminación nocturna realza el montaje, creando un espectáculo que se puede disfrutar hasta las 11 de la noche, todos los días de diciembre y hasta el 7 de enero.
“Nosotros planeamos cada año pequeños cambios, pero siempre conservando los elementos tradicionales del nacimiento. La gente ya lo espera y lo visita con entusiasmo”, comenta Arturo.
Por el gusto de admirarlo
Vecinos y visitantes coinciden en que el nacimiento es un espacio de encuentro y nostalgia. Algunos vienen desde otras alcaldías solo para admirar la obra, que consideran un referente de la creatividad y la tradición navideña. “Vengo desde que era niño y cada año es diferente, siempre hay algo nuevo que descubrir”, dice un visitante que conoce el nacimiento desde hace 45 años. Familias completas llegan con sus hijos para enseñarles la tradición y disfrutar del espectáculo de luces y figuras en movimiento.
El nacimiento es abierto al público y gratuito, aunque la familia recibe colaboraciones espontáneas de quienes aprecian el trabajo. Miguel Ontiveros enfatiza que la intención es compartir la tradición, no lucrar con ella, y asegura que cada detalle, desde el arrullo del Niño Dios hasta la disposición de los animalitos y los personajes, es preparado con cariño y cuidado.
Actualmente, la tradición continúa con la tercera generación de la familia. Las hijas de Miguel participan activamente en la instalación de las figuras, mientras que los nietos aprenden sobre la importancia de mantener vivas estas costumbres. “Es nuestra responsabilidad enseñarles a los niños el valor de la tradición mexicana. No todos los países tienen esta riqueza cultural”, comenta Ontiveros.
Cada diciembre, el nacimiento de la familia Ontiveros se convierte en un punto de encuentro comunitario y un homenaje a la tradición navideña, donde el esfuerzo y la creatividad de varias generaciones se fusionan para ofrecer un espectáculo único que sigue cautivando a chicos y grandes.

Foto: Aracely Martínez 



















