El Nobel que desnudó a la dictadura

María Corina Machado recibe el Nobel de la Paz mientras su hija habla por ella ante la represión del régimen venezolano.



Hay premios que honran a quien los recibe y otros que desnudan a quienes intentaron impedirlos. La entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado pertenece a la segunda categoría. No por la solemnidad de Oslo ni por el protocolo escandinavo, sino por la escena que reveló ante el mundo el verdadero rostro del régimen venezolano: una líder opositora obligada a salir de su país en un operativo secreto para evitar ser detenida, mientras su hija ocupaba el lugar que le correspondía.

Una hija hablando por la democracia

Que haya sido su primogénita quien recogiera el reconocimiento no es un gesto simbólico, sino una consecuencia directa del miedo que el poder le tiene a una mujer que nunca se subordinó al libreto chavista. Desde el atril, la joven no pronunció un discurso triunfalista; pronunció una confesión devastadora: que no sabía si su madre iba a llegar viva a Oslo. Esa frase explicó mejor que cualquier informe internacional la naturaleza del régimen de Nicolás Maduro.

El costo personal de desafiar al poder

María Corina no estuvo ausente por cálculo político, sino por supervivencia. Salió de Venezuela en la clandestinidad, como tantos otros, pero con una diferencia: no huía para desaparecer, sino para seguir dando la batalla. El abrazo en Oslo, tras casi dos años sin verse, fue más elocuente que cualquier consigna opositora: la imagen de una familia rota por el poder y recompuesta por la dignidad.

Una lucha que no comenzó ayer

Las batallas que ha librado María Corina Machado no son recientes ni improvisadas. Enfrentó a Hugo Chávez cuando aún era peligroso cuestionar el mito. Denunció la deriva autoritaria cuando muchos optaron por la comodidad del silencio. Con Maduro, la persecución se volvió más tosca y más feroz: policías políticas, órdenes veladas de captura y un país convertido en una trampa para sus disidentes.

El mensaje que deja el Nobel

Desde esta Mesa del Director, el mensaje es incómodo pero necesario. El problema no es que María Corina no haya llegado a tiempo a la ceremonia. El problema es que en su país llegar a tiempo a la libertad puede costar la vida. Y cuando un régimen obliga a una hija a hablar en nombre de su madre para evitar su encarcelamiento, la historia ya tomó partido.