Contexto
A partir de la pandemia, la economía global se vio presionada y afectada por las implicaciones que derivaron de la parálisis en la cadena global de suministros provenientes de Asia, especialmente de China.
Estados Unidos arreció sus políticas contra China, y esto hace que se considere la relocalización como una opción para salvar el incremento de costos por las sanciones comerciales a los productos asiáticos. Asimismo, el covid-19 da como resultado la tensión comercial por cierre de actividades en China e impulsa la relocalización de las cadenas de suministro detenidas, particularmente en las materias primas, minerales críticos, energéticos, alimentos y tecnología (específicamente los semiconductores), siendo evidente la urgencia por la menor dependencia de China.
Es así como Estados Unidos inicialmente definió la necesidad y urgencia de la producción local o regional en sectores específicos fundamentales para la continuidad de la operación del país, como son medicamentos, semiconductores, alimentos e industrias clave como la aeroespacial e incluso la automotriz.
A partir de esto, la llegada del presidente Donald Trump ha sido marcada por el impulso de aranceles a diferentes países, principalmente asiáticos, lo cual se ha considerado en muchos sectores económicos como el cierre de fronteras; sin embargo, en perspectiva, esto puede proyectarse como la apertura de un nuevo orden económico global, en el que se busca reposicionar el comercio de Norteamérica.
La intención de reconstruir la fortaleza del comercio exterior a su vez protege todos los factores fundamentales para el crecimiento interno, como son los empleos locales, la inversión, la derrama económica y la llegada de inversiones, vía relocalización.
Entre negociación y estrategia
La estrategia arancelaria impulsada por Estados Unidos ha sido concebida por sus críticos como el regreso al proteccionismo; sin embargo, de fondo es una estrategia completa para reconfigurar el orden económico global, derivada de la mente de un negociador nato, como lo es Donald Trump, acostumbrado a ganar, y así lo ha logrado bajo el argumento de la seguridad nacional y la base de la reindustrialización estadounidense, con los que Washington ha impuesto aranceles en muchos casos y los ha postergado en otros, siempre a conveniencia de las mismas negociaciones.
Esta política de imposición arancelaria rompe con tres décadas de globalización basada en la libre circulación de bienes y capital. Su mensaje se recalca hacia producir más internamente, sin dependencia de China, aun bajo el riesgo de inflación, el rompimiento de las cadenas globales de suministro y una competencia por atraer manufactura que está alterando las relaciones comerciales y diplomáticas del planeta.
La guerra arancelaria marca el tránsito de un modelo de ventajas comparativas a uno de ventajas geopolíticas, regido por uno de los mercados de consumo más importantes del mundo y al cual aspiran llegar los proveedores. El comercio ya no se organiza por eficiencia, sino por afinidad política y cercanía estratégica. Así nace un nuevo orden multipolar, donde los bloques económicos encuentran el liderazgo de Estados Unidos, el de China, el de la Unión Europea y de Asia-Pacífico, compitiendo ferozmente por el avance industrial y tecnológico; esto es, pasamos aceleradamente de la globalización a la regionalización.
En conclusión
Los aranceles simbolizan la transformación estructural del modelo geoeconómico, frente a la competencia de bloques y alianzas, impulsadas por la toma de poder y fortalecimiento de Estados Unidos como consumidor, como productor y como orquestador de los movimientos estratégicos que van más allá del comercio, hasta la definición de un nuevo orden económico global.
Lo siguiente, analizar las implicaciones de estas medidas, no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo.
Sobre el autor:
Alejandro Pulido es CEO de AP Global Advisors, Asuntos Públicos y Nearshoring, presidente del Consejo Consultivo Económico del World Integrity and Compliance Forum. Ha sido directivo de empresas trasnacionales altamente reguladas, ejecutivo en diversos organismos empresariales y negociador de alto nivel del gobierno mexicano, desde la Secretaría de Relaciones Exteriores.
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