Calderón, Zedillo, Peña Nieto. En 2025, los tres expresidentes mexicanos han vuelto al ojo público. Felipe Calderón fue señalado por el desabasto de medicinas, Ernesto Zedillo arremetió contra la reforma judicial y Enrique Peña Nieto reapareció para hablar del aeropuerto de Texcoco y el programa Pegasus.
¿Distractores o simple coyuntura? Sus apariciones han sido tema en las conferencias matutinas de la presidenta Claudia Sheinbaum, justo cuando enfrenta retos como el desabasto de medicamentos, críticas a la elección judicial y un entorno económico complicado.
CALDERÓN
Felipe Calderón siempre fue blanco del obradorismo. AMLO lo mencionaba cada semana, recordando 2006 y su supuesta “victoria fraudulenta”.
Con Sheinbaum, los señalamientos siguieron. Hace unos días, lo culpó del desabasto de medicinas por decisiones tomadas en su sexenio. Todo mientras crece la presión por los hospitales sin insumos ni medicinas que prometió reabastecer.
De paso, sirve para no hablar del fraude en Birmex, por 13 mil millones de pesos, que no ha sido denunciado ante la Fiscalía General de la República para ser investigado.
ZEDILLO
Zedillo mantuvo perfil bajo con AMLO. Pero en 2025 volvió con entrevistas y artículos donde advirtió sobre la muerte de la democracia en México y “el riesgo de un Estado policial”.
Su aparición fue la excusa perfecta para que Sheinbaum desempolvara el tema del Fobaproa. Incluso ordenó producir material audiovisual sobre ello. Así logró evitar hablar de su propia deuda pública, que ya suma 17.6 billones de pesos, un 68% más que en 2018.
También le sirvió para esquivar los temas incómodos: las malas proyecciones económicas para finales de 2025, la pérdida de empleos y las irregularidades en la elección judicial. Un proceso que terminó con baja participación y acusaciones de operación política con acordeones.
PEÑA NIETO
Peña Nieto guardó silencio casi todo el sexenio. Algunos especularon sobre un pacto con AMLO, que rara vez lo criticó y hasta le agradeció por la transición pacífica de 2018.
Este año reapareció en un documental sobre el aeropuerto de Texcoco, donde defendió el proyecto y dijo que no hubo pruebas de corrupción. Aunque se publicó hace meses, volvió a circular en redes.
Por esos días, el Tesoro de EEUU señaló a CiBanco, Intercam y la Casa de Bolsa Vector, de Alfonso Romo, exjefe de oficina de AMLO.
Después, un reportaje israelí acusó a Peña Nieto de recibir 25 millones de dólares en sobornos por Pegasus, un sistema usado para espiar a criminales, periodistas y activistas.
Peña Nieto negó todo en redes. Ayer, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, insistió en que Pegasus era sólo un programa de inteligencia. Ese mismo día, Sheinbaum minimizó el tema: “Ya el expresidente Peña Nieto dijo que no, que no es así. Entonces, bueno, ahí está el tema”.
Hasta ahora no ha dicho si investigará. Y difícilmente lo hará: El País reveló que más de 400 números fueron espiados con Pegasus al inicio del gobierno de López Obrador.
SUERTE
Quizá sea casualidad. Quizá sea estrategia. Pero cada vez que un expresidente reaparece, hay un silencio conveniente al otro lado del micrófono.
Porque mientras se habla del Aeropuerto de Texcoco, Pegasus o el Fobaproa, se hace silencio sobre el fraude en Birmex, la deuda pública o los bancos señalados por Estados Unidos. Ese es el verdadero arte de la distracción: mover las luces para que la sombra quede intacta.
EL DATO INCÓMODO
Sheinbaum planea elevar el gasto en programas sociales de 835 mil millones a casi un billón de pesos en 2026, sin subir impuestos. Para financiarlo deja dos caminos: recortar programas o endeudar más al país.



