Catalina Noriega
Dos mujeres han acaparado la atención en los últimos días y no por buenas nuevas. La ministra de la Suprema Corte de Justicia, Yasmín Esquivel, a quien se le comprobó que se había fusilado su tesis de licenciatura y la “regenta de la CDMX, Claudia Sheinbaum, por los dramáticos accidentes en el sistema de transporte metro, que han dejado un gran número de muertos y heridos.
Causas diversas enlazan a las féminas que, con la misma cara dura, intentan quitarse de encima la responsabilidad que les toca en temas tan candentes que, la sociedad en pleno ha reaccionado a los hechos.
De la “comadre” del emperador de palacio -en este caso, la juzgadora-, la determinación de la Universidad Nacional Autónoma de México, en cuanto a que es la Secretaría de Educación Pública la que tiene que anular su título de abogada, abrió la puerta a la ineludible intromisión del tlatoani, quien lo aprovecha para tratar de golpear al rector Graue.
Estaba claro que Amlo no iba a permanecer ajeno al golpe a una de sus consentidas, máxime cuando se dice que su maridete, Riobóo, el constructor bendecido con tantos contratos, es padrino de bautizo de uno de los príncipes herederos del tabasqueño. Sea como sea, su amistad proviene de muchos años y muchas “cruzadas” juntos.
La que supongo, a la hora de escribir estas líneas, todavía ocupa su sitial en la corte, desde que llegó al cargo ha sido por completo complaciente con la línea y órdenes de palacio y en ese sentido ha emitido todos sus votos. Ni media contradicción al amigo que, además, fue piedra angular para la construcción del elegante y exclusivo colegio propiedad de la pareja, en la residencial zona de Santa Fe.
¿Que por dignidad tenía que haber renunciado de inmediato a su cargo? Para los cínicos de las castas divinas es un término inexistente. Tan lo es que, la doña de Marras se ha permitido declaraciones inauditas. increíbles para cualquiera que tenga dos dedos de frente, además de haber infringido la ley inventando que, el verdadero autor de la tesis se había presentado a decirse culpable de haber sido él quien copió. Surrealismo puro, solo posible en una república bananera.
Y a la que hay que calificar como regenta, en vista de su falta de independencia del Ejecutivo Federal -la Sheinbaum-, militariza al metro, que para que apoyen a la sociedad. Insiste en que están desarmados y que solo serán un respaldo para la ciudadanía: ¿Cómo para qué nos preguntamos todos? Para ayudar a subir a un vagón o cualquier otro menester de auxilio al público está la seguridad local, entrenada en ese tipo de labores. La Guardia Nacional se supone que tendría que estar previniendo el delito, obligación que incumple con su estadía en el metro. Se cuida a la Sheinbaum como a la niña de sus ojos y, siempre que está metida en algún problema sale al quite nada menos que el mismo presidente y la saca del hoyo.
Así sería su desgobierno si llegara a la silla embrujada en el 2024. Si ni siquiera tiene tamaños para controlar la capital, menos el país. Podía ponerse manos a la obra en cuanto al mantenimiento de un transporte al que se dejó en el abandono, igual que al resto de servicios esenciales y quitarse de jueguitos con los verde olivos, a los que nada falta para encontrárnoslos hasta en la sopa. Situaciones jamás vistas a pesar de la dictablanda del PRI y a que creímos que no podíamos estar peor. Demencia del populismo autoritario.
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