El America’s AI Action Plan, dado a conocer recientemente por la administración Trump, articula una doctrina de supremacía tecnológica. Cada página organiza una visión de mundo donde la inteligencia artificial constituye el eje central del poder global. La premisa es directa: Estados Unidos debe dominar el ecosistema internacional de IA mediante una política industrial agresiva, desregulación federal y alianzas diplomáticas subordinadas a su infraestructura computacional. Las agencias gubernamentales tienen la instrucción de incorporar modelos de lenguaje de forma inmediata, eliminar obstáculos regulatorios y evaluar cualquier sistema a partir de su capacidad de alinearse con valores estadounidenses.
La estrategia opera desde una lógica de aceleración expansionista. Cada incentivo fiscal, cada sandbox institucional, cada inversión en infraestructura pública responde a una necesidad de escalar más rápido que China, imponer estándares técnicos antes que Europa y cerrar filas con los aliados que utilicen únicamente modelos autorizados por Washington. El documento despliega una arquitectura de poder que se apoya en el mercado como brazo operativo y en el Estado como vehículo de legitimación. Las decisiones se diseñan para producir velocidad, interoperabilidad y centralización estratégica.
Mientras tanto, Europa construye legitimidad desde el marco normativo. El AI Act establece un sistema de clasificación por niveles de riesgo que distribuye obligaciones entre desarrolladores, usuarios e instituciones. La supervisión humana, el derecho a la explicación, la transparencia algorítmica y la prohibición de prácticas incompatibles con la dignidad definen los principios que estructuran la regulación. Esta estrategia convierte al derecho en motor de gobernanza tecnológica. El poder normativo de la Unión Europea funciona como plataforma de proyección internacional, no por la fuerza de su cómputo, sino por la autoridad de su sistema legal. Las reglas ofrecen un camino institucional claro para que otros países adopten marcos compatibles sin depender del desarrollo de sus propios modelos.
China, por su parte, promueve una planificación algorítmica integrada al Estado. El AI Roadmap 2030 consolida un modelo donde los sistemas de inteligencia artificial forman parte del aparato administrativo, policial, financiero y propagandístico. Las infraestructuras de reconocimiento facial, crédito social y censura digital funcionan como extensiones del Partido. La inteligencia artificial organiza recursos, monitorea poblaciones y anticipa desviaciones del comportamiento esperado. Este modelo se expande hacia el sur global mediante acuerdos de cooperación técnica, inversión directa y participación activa en organismos de estandarización internacional. La IA se consolida como tecnología de gobernanza, con capacidad para transformar la burocracia en maquinaria de control social continuo.
La Organización de las Naciones Unidas trabaja en la formulación de principios compartidos buscando un marco normativo enfocado en derechos humanos, justicia algorítmica, sostenibilidad, inclusión y acceso equitativo al conocimiento. Esta propuesta multilateral articula una visión que concibe la IA como infraestructura común. La ONU promueve el desarrollo científico colaborativo, la protección de poblaciones vulnerables y la necesidad de evitar concentraciones de poder computacional. Su legitimidad proviene del consenso político y del compromiso con un orden internacional que preserve las condiciones mínimas para el ejercicio de la autonomía individual.
Cada bloque expresa una forma distinta de organizar el poder en la era algorítmica. Estados Unidos prioriza la escala con expansión dominante. Europa codifica el límite. China diseña el control. La ONU establece principios para construir una gobernanza compartida. Sin embargo, la inteligencia artificial no actúa como complemento institucional. Funciona como fundamento de una nueva arquitectura política. Lo que se disputa en esta carrera no es una herramienta. Es el lenguaje con el que se definirán las decisiones públicas, los márgenes de lo posible y los términos de lo real… de la humanidad entera.

La sociedad del algoritmo 


