La pelota no ha vuelto a ser la misma desde esa trágica noche del 22 de octubre de 2024. Fernando Valenzuela falleció aquel día a los 63 años de edad, y aunque desde entonces en el cielo se dibujó una nueva constelación con la figura de ‘El Toro’, las costuras aún suspiran de melancolía al extrañar esa forma de lanzar tan suya del mítico zurdo de Los Ángeles Dodgers en cada tirabuzón.
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Pero la ‘Fernandomanía’ que desató aquel robusto joven de prolongadas patillas sigue más viva que nunca. La figura del nacido en Etchohuaquila, Sonora, derribó todo tipo de barreras al ser un motivo de orgullo para la comunidad mexicana en California y un estandarte de guerra en la lucha por su reivindicación. Por eso es que en el álgido contexto actual, ese tótem aún sostiene la dignidad de muchos de los que sufren por los estragos de las políticas antiinmigrantes en la Unión Americana.
Valenzuela fue símbolo que le demostró al mundo que no importa provenir de una localidad de menos de mil habitantes para trascender hasta alcanzar la inmortalidad. Ahora, su legado es contado en español de generación en generación en esas tierras que antes eran mexicanas, para recordar al mejor pelotero azteca que jamás se haya visto.
Es por eso que jamás se olvidará la mañana del 9 de junio de 1981. Cuando ese joven de cabello encrespado y mejillas prominentes llamado Fernando Valenzuela, sonreía con cierta timidez mientras miraba con nerviosismo una prolongada fila con importantes políticos de Estados Unidos formados a la espera de obtener su autógrafo.

El escenario era ni más ni menos que la Casa Blanca, y ese chico de escasos 19 años, exactamente dos meses atrás había lanzado una joya de pitcheo con ruta completa de cinco chocolates en pleno Opening Day con Los Ángeles Dodgers ante los Houston Astros. Tenía el mundo del beisbol a sus pies y esa imagen de la clase política estadounidense deseosa por saludarlo, adquirió un poderoso simbolismo que hoy retumba con más fuerza que nunca.
La fiebre provocada por Valenzuela rebasó las fronteras, no solo geográficas, sino ideológicas. A tal grado que, en ese inolvidable año de 1981, fue invitado de honor en el desayuno celebrado en la Casa Blanca con la presencia de los entonces presidentes Ronald Reagan y José López Portillo, porque el frenesí que causó ‘El Toro de Etchohuaquila’ fue capaz de incluso crear puentes en materia política.
La ‘Fernandomanía’ tuvo su epicentro en Los Ángeles, California, la ciudad con más mexicanos de la Unión Americana, ubicada a unos mil 454 kilómetros de su natal Etchohuaquila, una pequeña localidad en Navojoa, Sonora. El Dodger Stadium se convirtió en la catedral de quienes se volvieron devotos de ese poderoso brazo zurdo y le rindieron culto a lo largo de su ilustre carrera. Pero aunque apenas era un jovencito lejos de casa, pudo forjar una leyenda tan grande que hoy en día es recordada como la más grande proeza azteca en los diamantes.
Valenzuela dejó un legado tan respetable, que es un atentado contra el propio deporte rey que no sea parte del Salón de la Fama de Cooperstown. Pero al menos en casa, en Dodger Stadium, el número 34 fue —y ha sido— respetado de tal forma, que desde su salida del equipo, jamás volvió a ser usado. Ni lo será. Pues antes de su muerte, la novena ganadora en siete ocasiones de la Serie Mundial, decidió rendirle un merecido homenaje en vida a su legado y retirar ese dorsal que lo acompañó durante sus faenas.
La cereza del pastel la añadió el Consejo Municipal de la ciudad al emitir una proclamación especial y declarar el 11 de agosto de 2023 como el ‘Día de Fernando Valenzuela’ en Los Ángeles. El sonorense participó en Ligas Mayores a lo largo de 17 temporadas entre 1980 y 1997. Pero no siempre lo hizo con los Dodgers, pues participó con cinco equipos más: California Angels, Baltimore Orioles, Philadelphia Phillies, San Diego Padres y St. Louis Cardinals.
Asimismo, en total acumuló un récord de por vida de 173-153, siendo el mexicano con más triunfos, con un porcentaje de 3.54 en carreras limpias admitidas, 2 mil 074 ponches, 2 mil 930 innings y 424 juegos iniciados. Además, fue el último pitcher en completar 20 juegos en una misma temporada en MLB, logro que obtuvo en 1986.
A un año de su partida, hoy más que nunca, Fernando Valenzuela es sinónimo de orgullo y un ejemplo para toda la raza azteca que ha salido adelante del otro lado de la frontera con la figura de ‘El Toro’ como estandarte de guerra.

Foto: Mexsport 


