Una vez más, las puertas de Cooperstown se han cerrado para Fernando Valenzuela. A 14 meses de su fallecimiento y a 27 años del final de una carrera que trascendió las estadísticas para convertirse en un fenómeno cultural, el legendario lanzador mexicano fue excluido una vez más del Salón de la Fama del Béisbol Nacional.
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El Comité de la Era del Béisbol Contemporáneo, encargado de reevaluar cada tres años a las figuras post 1980 no elegidas por los escritores, decidió no incluir a ‘El Toro’ entre sus inductivos para 2026. El zurdo necesitaba al menos 12 de los 16 votos del panel, pero recibió menos de cinco, un resultado no solo decepcionante sino definitivo, pues al no alcanzar ese umbral mínimo, su nombre no podrá ser considerado nuevamente por este comité hasta 2031.
El veredicto extiende uno de los desaires más notables en la historia del Salón. En su primer año de elegibilidad en 2003, Valenzuela obtuvo solo un 6.2% del voto de los escritores, lejos del 75% requerido. Al año siguiente, desapareció de la papeleta tras recibir un magro 3.8%. El argumento de siempre fue numérico, con una efectividad de por vida de 3.54, 173 victorias y 2 mil 074 ponches, con un WAR de 37.3, cifras que no se alinean con los estándares tradicionales de Cooperstown.
Pero el legado de Valenzuela nunca se midió solo en números. Desde que estalló la Fernandomanía en 1981, cuando un joven de 20 años procedente de Etchohuaquila, Sonora, conquistó Los Ángeles, California, con ocho victorias consecutivas, el premio Cy Young, el Novato del Año y una Serie Mundial, su impacto fue histórico. Cambió para siempre el rostro del béisbol, al expandir su alcance en México y Latinoamérica y galvanizando a la creciente base de fanáticos hispanos de los Los Ángeles Dodgers.
Este invierno, la esperanza renació cuando su nombre apareció entre los ocho finalistas del comité, junto a figuras como Barry Bonds y Roger Clemens. Sin embargo, solo Jeff Kent logró los votos necesarios para la inducción.
Aunque nunca repitió las alturas mágicas de 1981, Valenzuela permaneció como una figura unificadora y celebrada durante sus 11 años con los Dodgers y en sus pasos posteriores por Angels, Padres y otros equipos. Su influencia perdura, como lo demostraron los Dodgers en 2023 al romper su propia regla no escrita y retirar su número 34, un honor que hasta entonces reservaban exclusivamente para miembros del Salón de la Fama.
Por ahora, ese jersey en lo alto del Dodger Stadium será el reconocimiento más tangible a su grandeza. Una vez más, el Salón de la Fama decidió que la excelencia medible pesa más que una leyenda que cambió un deporte para siempre.


Foto: Mexsport 


