Gobierno del Mañana

El desabasto de medicamentos persiste en México pese a promesas oficiales, evidenciando fallas en el sistema de salud.


Juan Ortiz

Desde Campeche, la presidenta Claudia Sheinbaum reconoció un problema que lleva años sin resolverse: “Tuvimos que suspender la licitación. Algunos se quisieron pasar de vivos”. Y que el desabasto —que según el gobierno no existe— terminará en julio.

Hablaba del abasto de medicamentos, de las compras públicas, de los mismos errores que han marcado la política de salud en México desde el inicio del sexenio anterior. La promesa era simple: garantizar medicinas. La realidad es otra: millones siguen esperando.

DESMANTELAR E IMPROVISAR

La primera gran decisión en salud pública del anterior gobierno fue la desaparición del Seguro Popular. Con todo y sus problemas, era una opción que daba certidumbre a más de 50 millones de personas.
El gobierno federal lo canceló y, en su lugar, creó el Insabi: un modelo sin reglas claras, sin mecanismos definidos y sin resultados documentados.

En 2022 se decidió cerrarlo. No hubo auditorías públicas. Tampoco explicaciones sobre los recursos ejercidos. Lo único constante fue la falta de certeza para millones sin seguridad social.

COMPRAS VACÍAS

El combate a la corrupción fue el argumento central. Se rompió el modelo de compras consolidadas. Las compras pasaron de manos: Hacienda, luego Insabi, después la ONU y finalmente Birmex.

Cada traslado trajo ajustes, cambios logísticos y retrasos. Mientras tanto, los hospitales públicos reportaron lo mismo: recetas no surtidas, medicamentos que no llegan y personal sin insumos.

DE MEGAFARMACIA A MEGAFRACASO

En 2023, el gobierno presentó la Megafarmacia del Bienestar. Con una inversión de más de 15 mil millones de pesos, se anunció como la vía para surtir todo el país desde un solo punto.
Su operación enfrentó dificultades logísticas, problemas de distribución y limitaciones en su alcance.

Terminó como un simple almacén. Los reportes de falta de medicamentos continuaron.
El objetivo era la eficiencia. Lo que quedó claro fue que el tamaño de la infraestructura no resolvía la cadena completa.

CENTRALIZAR LA SALUD

Luego de cerrar el Insabi, el gobierno reorientó su apuesta hacia el IMSS-Bienestar. Este modelo, originalmente diseñado para zonas rurales, fue transformado en la nueva vía de atención pública.

A la par, López Obrador promovió la centralización del sistema. Eso implicó que los estados adheridos a IMSS-Bienestar cedieran sus recursos públicos destinados a salud.

Pero los indicadores no mejoraron. Siguen las denuncias por falta de insumos, quirófanos detenidos y personal sin condiciones adecuadas.

FARMACIAS DEL BIENESTAR: NUEVO INTENTO

La presidenta Sheinbaum propuso un nuevo modelo. La estrategia es descentralizar lo que no funcionó de forma centralizada. Se instalarán puntos de entrega en Bancos del Bienestar, hospitales del IMSS e ISSSTE.

El objetivo es acercar los medicamentos a la población. Aún no hay claridad sobre los inventarios, la distribución o los tiempos de entrega.

Tampoco se ha resuelto el fondo: garantizar que lo que se promete esté disponible cuando se necesite.

SALUD PRIVATIZADA

La salud pública no puede sostenerse sobre cambios sin planeación. La eliminación del Seguro Popular, los cambios constantes en las compras, la centralización sin controles efectivos: todo ha dejado consecuencias.

En su lugar, los mexicanos recurren a consultorios médicos dentro de farmacias privadas. Ahí terminan destinando gran parte de su salario, o pensión. Así lo revelan investigaciones periodísticas.
El Gobierno del Mañana dice que esto terminará en julio. Así como prometió que terminaría en marzo. Y en 2024. Y en 2023. Y en 2022. Y así.

EL DATO INCÓMODO

A tres años de creada, LitioMX no tiene ni un solo proyecto de explotación. El gobierno ha invertido apenas 31 millones de pesos, todos en sueldos. El “oro blanco” sigue enterrado. Y el Pemex del litio, sin resultados.