Raúl González

“Hay que entregarse en cuerpo y alma”: El consejo de Raúl González para la delegación mexicana en París 2024

6, marzo 2024

Martín Avilés / Ovaciones

Foto: Mexsport

Cuando Raúl González entró al Memorial Coliseum, más de 78 mil espectadores se pusieron de pie para ovacionarlo. “Treinta y dos años de edad, maestro de educación física y de México, en Lomas de Sotelo. Ahí viene entrando Raúl González, ¡la gloria la tiene él solo, la gloria para México, la segunda medalla de oro para nuestro país en Los Ángeles 84!”, se escuchó a través de cada televisor desde territorio nacional, donde todos estaban pendientes de ‘El Rey de la Marcha’.

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Tan pronto cruzó la meta, González Rodríguez se llevó las manos al rostro, luego extendió los brazos al cielo y de nuevo se cubrió la cara y se tiró al suelo, como si necesitara que lo abrazara esa tierra sagrada que lo había visto conseguir una de las más grandes gestas en la historia del deporte mexicano, al ganar la medalla de oro en los 50 kilómetros de la marcha en la edición XXIII de los Juegos Olímpicos de Verano.

El reloj marcaba casi las 12:00 horas y el sol era tan intenso que la piel de González brillaba como el dorado metal que estaba por conseguir. Cuando se acercaba al estadio, sabedor de que dominaba la competencia y la Diosa de la Victoria ya lo acompañaba en sus últimas pisadas hacia el Olimpio, lo invadió una extraña sensación entre alegría y nostalgia. Y su concentración era tal, que Raúl no podía escuchar los gritos de la gente.

Tan pronto cruzó el túnel por donde ingresó al tartán del Memorial Coliseum, por su mente apareció el coro que su madre cantaba a su agónico padre durante sus últimos instantes de vida. “Yo sé. Yo sé que él puede… bendecirme a mí…”. E inmediatamente sus ojos se cristalizaron, mientras las lágrimas escurrían y se perdían entre el mar de sudor. Era su destino y daba los últimos pasos de muchos miles de kilómetros en los entrenamientos para llegar a ese punto que lo elevaría ahí donde solo los dioses del deporte tienen cabida.

“Hay que entregarse en cuerpo y alma, no hay otra forma”, dice el marchista de 72 años a OVACIONES sobre la clave para haber conseguido la máxima gloria deportiva. “El que crea que entrenando a medias o no poniéndole todas las ganas, sin concentrarse, sin focalizarse, es difícil, más bien, imposible”.

González era también conocido como ‘El Matemático’, debido a que estudió en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Allí contactó con el profesor Daniel Garza Moreno, quien lo entrenó durante sus pininos en la marcha. Literalmente, Raúl cimentó su carrera en la caminata, pues ayudó a acarrear tierra y grava en una carretilla para dar forma a la pista de terracería que rodeaba el campo de futbol americano en el estadio de la universidad.

Así entendió el también ganador de la medalla de plata en los 20 kilómetros de esta disciplina en esta inolvidable justa olímpica, que si quería convertirse en leyenda, debía sortear un camino minado de adversidades.

“Hubo muchas vicisitudes, no era el tiempo de ahora. Como que cada generación se caracteriza por ciertas situaciones. Nuestro sistema deportivo nacional todavía no madura como para ya garantizar y estructurar bien todos estos procesos y apoyos que requieren esos procesos para alcanzar los máximos niveles”, recuerda el medallista.

Pero a pesar de los problemas, la marcha mexicana era una referencia del deporte nacional, algo que no habría sido posible sin el entrenador polaco Jerzy Hausleber, considerado como ‘El Padre de la Marcha Mexicana’, ya que él mostró el camino del éxito. Forjó la medalla de plata de José Pedraza en los 20 kilómetros en México 68 y no paró.

Estuvo detrás del oro de Daniel Bautista en Montreal 1976 y el de Ernesto Canto en Los Ángeles 1984 ambos en 20km, así como el oro del propio Raúl González en esa misma edición. Sin embargo, en Río 2016, Lupita González ganó plata en esta disciplina, una flor en el desierto, pues cayó 16 años y tres ediciones de Juegos Olímpicos después de la última obtenida en Sídney 2000 en esta disciplina, con la presea argenta de Noé Hernández, también en 20 km.

“Hay muchas cosas que se dejaron de hacer, sobre todo los apoyos y soportes para sacar un plan de trabajo de calidad con los mejores atletas”, explica el olímpico sobre la razón por la que México ha dejado de ser potencia mundial en la caminata.

Y es que la delegación azteca ha obtenido 73 medallas en total luego de 24 participaciones olímpicas, lo que significa un promedio de tres preseas en cada edición. De las medallas cosechadas, ocho han sido de marcha, es decir, el 11% del total, aunque tras la época de oro con Hausleber al frente, la sequía ha sido pronunciada, pues en 24 años solo Lupita González ha abonado a esta suma.

Actualmente, de acuerdo con los criterios bajo los que se han clasificado los seleccionados nacionales de caminata, la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo (FMAA), reconoce a cuatro marchistas con marca para poder competir en París 2024, pero según los criterios de clasificación de la World Athletics, únicamente tres de ellos podrán acudir a la justa veraniega. Con el apoyo de privados, el Comité Olímpico Mexicano (COM) intentará que el proceso se desarrolle de la mejor forma posible para los atletas.

“Sinceramente, creo que una tarea que está haciendo el Comité Olímpico Mexicano es lograr un grupo de patrocinadores elite con el propósito de que su operación y participación de las delegaciones en los Juegos Olímpicos, Panamericanos y Centroamericanos, pueda financiarse con recursos de la iniciativa privada, de empresas líderes a nivel mundial que pueden participar en apoyo a la delegación y sus representantes y que son los que dan la cara fuera de México por el deporte olímpico, entonces es extraordinaria la colaboración de empresas con el Comité Olímpico Mexicano y lo que más me agrada es que no es una colaboración para París solamente sino más largo plazo como es Los Ángeles 2028, entonces es un proyecto que puede rendir frutos”, asegura.

González es parte activa para apuntalar la disciplina y convertir a México nuevamente en una potencia. Su aporte es a través de asesoría y entrenamientos con jóvenes prospecto como José Luis Doctor y el joven Carlos Mercenario Jr., hijo de otro marchista que consiguió la plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, con la finalidad de que en Los Ángeles 2028, puedan destacar como lo hizo él en el mismo recinto, pero 44 años después.

“Los conozco y ahorita, hay un plantel, un grupito mayor de atletas para Los Ángeles, por eso insisto, ¿qué se requiere hacer? Ya no hay mucho qué hacer de aquí a París, solo trabajar con los que casi están calificados o los que ya están calificados. Pero si se trata de pensar en construir resultados para el 28, hay que estructurar un trabajo de calidad, bien organizado, con la participación de calidad y los factores que hacen posible un trabajo de calidad, esa es la clave, no entusiasmarnos cuando faltan seis meses, sino desde ahora, que pensemos en el 28, pero desde ahora, con un trabajo planificado desde ahora”, finaliza.