Nadie lo imaginaba: en pleno desfile cívico-militar del 16 de septiembre, la fecha más solemne para las Fuerzas Armadas, el discurso no fue sólo de honor patrio.
El secretario de Marina, Raymundo Morales Ángeles, usó el micrófono para reconocer públicamente que dentro de su institución hubo corrupción ligada al huachicol fiscal.
Lo dijo frente a Sheinbaum y frente al país entero: “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable callarlo”.
Ese momento ya es histórico. Nunca antes un alto mando naval había admitido, en un evento de orgullo nacional, que la institución con más confianza ciudadana, según el Inegi, había sido infiltrada por redes criminales.
GOLPE DE TIMÓN
Morales intentó transformar la vergüenza en mensaje político. “Fuimos nosotros mismos quienes dimos el golpe de timón“, dijo, defendiendo que la Marina actúa con “una sola brújula: la honestidad y la transparencia“.
Se refería al escándalo que estalló desde marzo, cuando fuerzas federales decomisaron 10 millones de litros de diésel ilegal en Tamaulipas. Detrás de esa operación apareció una red de empresarios, funcionarios aduanales y marinos en activo.
En septiembre, la FGR y la Semar confirmaron la detención de 14 personas, entre ellas el vicealmirante Manuel Roberto Farías y su hermano, el contralmirante Fernando Farías, sobrinos de Rafael Ojeda, el exsecretario de Marina de López Obrador.
El caso golpeó en lo más alto de la cadena naval. No eran “manzanas podridas” aisladas. Eran mandos formados y protegidos por la propia estructura. Por eso el discurso de Morales retumbó: admitió que la corrupción estaba dentro, y que reconocerlo era la única salida.
EL TAMAÑO DEL GOLPE
El huachicol fiscal consiste en introducir combustible al país con facturas falsas, disfrazándolo como insumos industriales para evadir impuestos.
El daño no es menor: el senador Ricardo Anaya lo calculó en 170 mil millones de pesos, 20 veces más que el caso Segalmex y 40 veces más que la estafa maestra.
Ese número revela por qué la confesión de la Marina no es anecdótica. El fraude supera a los grandes escándalos de corrupción de los últimos años.
SOMBRAS DEL CRIMEN
El discurso quiso cerrar filas, pero dejó más preguntas abiertas: ¿hasta dónde llega la red? ¿Quiénes dieron cobertura política a los mandos navales implicados?
El caso salpica incluso a otras dependencias. Al menos seis compañías bajo investigación por huachicol fiscal han obtenido contratos millonarios con dependencias federales como Semar, Pemex, el AIFA, Conagua y la UNAM. Sus nombres aparecen en la causa penal 325/2025, según El Universal.
Es decir, el fraude no sólo fue de unos cuantos marinos: cruzó presupuestos, contratos y megaproyectos estratégicos del sexenio.
El 16 de septiembre está diseñado para exaltar la disciplina y el honor castrense. Este año, la narrativa se quebró. El secretario de Marina habló con un tono más cercano a una confesión que a una arenga patriótica. “La justicia nos determina y la honestidad nos sustenta“, defendió Morales.
Pero la verdad es que esa honestidad llega tarde. Llega después de años de advertencias, de filtraciones como las de Guacamaya Leaks y de señalamientos que fueron ignorados.
El almirante intentó voltear la página con un mensaje solemne, pero el desafío sigue abierto. Si la Marina quiere recuperar su prestigio, no bastará con discursos en el Zócalo: hará falta desmantelar de raíz las redes criminales que se enquistaron bajo su bandera.
EL DATO INCÓMODO
Morena presume iniciativas laborales como “vacaciones solidarias“, pero mantiene congelada la verdadera reforma: la jornada de 40 horas. Cuando toca reducir horarios y mejorar condiciones reales, la aplanadora legislativa se queda inmóvil.



