Iglesia mediadora de paz

3, marzo 2024

Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

No han faltado quienes descalifican los esfuerzos de los obispos y sacerdotes de Guerrero por ayudar a encontrar la paz en las poblaciones que viven asoladas por el crimen organizado. No se ha podido erradicar esa plaga, entre otras causas, porque los gobiernos inferiores hacen sólo lo que desde arriba les permiten. Ojalá los nuevos gobernantes que elijamos cambien su estrategia. En esta situación, no podemos quedarnos sólo en críticas al gobierno y en lamentos, sino que todos debemos tratar de recuperar la paz familiar y social. Eso es lo que se ha procurado hacer tanto en Guerrero como en otros lugares, a pesar de los peligros a que uno se expone, pues vamos hacia ellos sin escoltas y sin armas, sólo con la fe en Dios y la esperanza de la paz. Otros obispos hacen lo mismo, aunque sin publicidad. No siempre se logra todo el éxito anhelado, porque esos grupos tienen sus intereses económicos, y el dinero los tiene esclavizados, pero si se acuerdan treguas entre ellos, sin mediación del gobierno, para no seguirse matando, y dejen en paz a los pueblos, no es  despreciable ese paso. Quisiéramos que la semilla diera el cien por ciento de fruto, pero si sólo da el 20, o el 10, ya es ganancia que no podemos menospreciar.

Estando en Chiapas, viví varias experiencias en este sentido. Mi antecesor, Mons. Samuel Ruiz, medió entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno, para que no hubiera más muertos y se respetaran los derechos indígenas. Yo tuve que dialogar con zapatistas y antizapatistas, la mayoría indígenas, para evitar que se mataran por la posesión de terrenos, o por cuestiones políticas. Impulsamos diálogos entre mujeres indígenas tseltales de Oxchuc que peleaban por la presidencia municipal, arrastrando cada una a sus grupos, bien armados, para ganar. Tuvimos que mediar entre indígenas tsotsiles de Chenalhó y Chalchihuitán, que peleaban por límites territoriales, pues autoridades agrarias federales los habían modificado, sin tener en cuenta historias y derechos de estos dos municipios colindantes. Hubo muertos y cientos de desplazados, y nosotros no podíamos quedarnos sin hacer lo posible por la paz entre ellos. Se expone uno, pero no podemos reducir nuestro servicio pastoral a hacer oración, cosa absolutamente necesaria e indispensable, sino a Dios rogando y por la paz dialogando.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, dice:

“El mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas que representamos. Los líderes religiosos estamos llamados a ser auténticos dialogantes, a trabajar en la construcción de la paz. El mediador es quien no se guarda nada para sí mismo, sino que se entrega generosamente, hasta consumirse, sabiendo que la única ganancia es la de la paz. Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros(284).

ACTUAR

¿Qué podemos hacer tú y yo por la paz? Empieza por ti mismo: si tienes enemigos, dialoga pacíficamente con ellos y lleguen a reconciliarse; en tu familia, los esposos eviten pelear y, si hay diferencias, aprendan a dialogar, a escucharse y respetarse; eduquen a sus hijos para que no peleen, sino que compartan entre ellos y con los demás, y que defiendan los derechos de los acosados por el bullyng familiar y escolar. Apoyemos estos esfuerzos con nuestra oración, que tiene una fuerza extraordinaria.