Este año celebramos el 214 aniversario del inicio de la Independencia de México, y parecería un tema obvio; sin embargo, no todas las naciones sobreviven, por ejemplo: más de 70 países han cambiado su territorio, denominación y hasta identidad en los últimos 100 años; y si a esto le sumamos cuántos han mantenido su soberanía, hace más meritorio el hecho.
En estos momentos intensos de la realidad nacional, donde a diario escuchamos opiniones generadas en el extranjero, vale la pena traer a la memoria cómo se ha construido esta independencia. México es la arena donde se han confrontado dos fuerzas, por un lado, la defensa del interés nacional y lo público; y la segunda, que es la apropiación de lo público por los privados o las agendas extranjeras. La larga historia de injerencias va de las invasiones, intervenciones, la apropiación de bienes nacionales como el petróleo y las minas, hasta la deuda y acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.
Hoy vivimos una nueva etapa en esta lucha, se puede estar a favor o en contra de las reformas, el tema de fondo es hasta qué punto una potencia extranjera puede influir en una agenda de organización del Estado Mexicano. El punto de partida es claro, los extranjeros defenderán sus intereses sobre todo en materia económica, y nuestra nación debe de cuidar lo que conviene a las y los mexicanos en todos los aspectos, pero sobre todo velar por la prosperidad, el bienestar y la supervivencia de los nuestros.
Para muchos esto podría representar un falso dilema, que es atraer inversiones o ceder soberanía, pero no hay nada más falso que eso. Los países que más protegen su soberanía son los que han atraído mayor inversión externa, como es el caso de Corea del Sur y de China. En nuestro caso, la inversión directa en México creció de manera histórica hasta 9% entre 2023 y 2024, superando los 20 mil 300 millones de dólares. Los evangelistas de la catástrofe anuncian una salida de capitales, como lo han hecho por los últimos seis años, lo que no ha pasado. La aprobación de la ley no generó ni caída en el peso, y la Bolsa Mexicana de Valores se mantuvo estable. La realidad es que los intereses de los inversionistas, cuando son legítimos y legales, no entran en colisión con la soberanía o el interés nacional. Al revés, se potencian y dinamizan.
México tiene vocación de grandeza, y estamos en ese camino, pero lo primordial ahora es reconocer el papel de nuestra nación en el mundo como independiente y humanista. El camino emprendido por el Presidente López Obrador y que continuará la Presidenta Sheinbaum, es el de la dignidad y la soberanía, pero también el de un Estado sólido, capaz de preservarse y prosperar.
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