CUCHILLITO DE PALO

Catalina Noriega

De acuerdo a lo que vemos, poco, muy poco puede esperarse de lo que será el Cuarto Informe de Gobierno de mañana. Se puede pronosticar un compendio de las mismas mentiras que lleva días asestando en los medios de comunicación. Como me dijo una persona, ¿de qué país habla en esos spots que ya nos tienen mareados?

Una sarta de falsedades, más obvia que el pronóstico de las lluvias que nos azotan, inunda imparable los espacios de privacidad a los que, ningún gobernante, debería de tener derecho de picaporte.

No es el caso: corte tras corte de las emisoras se escucha la voz chillona y desaforada, de un tlatoani que, a todas luces, parece no estar en sus cabales. Histérico, repite como mantra la estulticia del neoliberalismo, queriéndonos remontar a un pasado que, después de cuatro años de su administración, ya debería haber caído en el baúl de los olvidos. O, ¿alguien sigue obsesionado con lo que fue el peñanietismo? De sobra tenemos con ocuparnos de un presente cada vez más difícil.

El rosario demagógico de sus conquistas, resulta inconcebible. Para empezar, habla del aeropuerto Felipe Ángeles y, con todos los dientes, se atreve a decir que es el mejor de América Latina.

Se ve que ni siquiera se molestó en consultar las listas que se elaboran a nivel internacional, en las que no hay una sola mención de ninguno de los aeropuertos del país, mucho menos del desértico otrora Santa Lucía.

Por más que ha hecho, a pesar de las múltiples presiones a las aerolíneas, para que envíen vuelos a las mentadas instalaciones, el desastre de la falta de comunicaciones y la cantidad de horas que se pierden para llegar, lo tiene en calidad de inútil y fantasmagórico.

Otra de sus terribles falacias es cuando se refiere a la inseguridad y engaña con unas cifras que solo Dios sabe de dónde se inventan, porque la realidad es que la República entera vive en el horror de la violencia.

Es, sin duda, el sexenio más violento de que se tenga memoria y las noticias de la página roja cotidiana exceden a los deplorables años del pasado.

En su delirio afirma que “hay bienestar para el pueblo y los jóvenes tienen oportunidades de trabajo y de estudio”. Con una inflación mayor al 8 por ciento, hay que preguntarse qué están comiendo quienes intentan sobrevivir con un salario mínimo o menos.

En días pasados hizo alarde de que los ricos han tenido menores percepciones en su mandato: los ricos, los clasemedieros y los pobres.

Como buen populista nos ha hecho bajar escalones en la jerarquía económica, a todos los mexicanos. El Coneval habla de que se han añadido más de un millón de personas, a las cifras de la pobreza.

El que beneficie con becas a un sector de la juventud no quiere decir que haya más chicos inscritos a las universidades, ni que todos gocen de la suerte de conseguirse una chamba en los llamados “servidores de la nación”, a los que se gratifica con importantes cantidades.

Por el contrario, ha habido una deserción escolar terrible, la que ninguna de las autoridades educativas se está encargando de buscarle solución para que regresen a las aulas.

En el mismo tenor van el resto de esos demenciales anuncios que nos tenemos que tragar, al igual que será un Informe en el que seguirá engañando a una sociedad, a la que tendría que estar dando cuentas claras y transparentes.

Los estómagos vacíos no se llenan con palabrería: ¿despertarán a quienes lo consideran un gran presidente?

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