Gustavo Mares
Con la Plaza México cerrada, luego del amparo que una asociación civil promovió en contra de la alcaldía Benito Juárez para que no pueda llevar a cabo festejos taurinos en su jurisdicción, otros escenarios de nuestro país han sufrido ataques de grupos antagónicos que quieren prohibir la actividad taurina.
En San Luis Potosí, que lleva a cabo su tradicional feria, las autoridades locales han impedido el ingreso de menores de edad a las corridas de toros, postura arbitraria que atenta contra el precepto del presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador, quien en más de una ocasión ha hecho patente la frase de: ‘Prohibido, prohibir’.
Al mismo tiempo en Zacatecas surgió una controversia similar a la que vive la Ciudad de México. Un colectivo se ha dado a la tarea de buscar por todos los medios que el serial programado para septiembre no se lleve a cabo.
Aunque se sabe que cada instancia está dando la pelea para tratar de revertir la situación, la desinformación que gira en torno al tema juega a favor de la causa antitaurina, que ha sabido gritar a los cuatro vientos, los ‘logros’ obtenidos aunque muchas veces lo hagan sustentados en la mentira, como en el caso de la Plaza México, pues ‘ven- den’ que cerraron las puertas de la monumental, cuando en realidad el problema va dirigido a la alcaldía Benito Juárez, que ha guardado un silencio sepulcral.
Preocupa el desinterés que ha mostrado el alcalde en Benito Juárez, Santiago Taboada, quien se comenta estaría manejando un doble discurso, por un lado con los profesionales de la tauromaquia y por el otro, con los grupos opositores.
Le pasa de noche al alcalde la importante derrama económica que genera una corrida de expectación en la plaza más grande del mundo.
Al mismo tiempo es de subrayar la falta de atención de los hombres que visten de luces, que han delegado en otras personas la defensa decidida de la tauromaquia. Es como si no les importaran sus fuentes de ingreso.
Muchas veces por querer demostrar que los taurinos tienen mayor cultura, que las hordas que se hacen llamar antitaurinos, guardan silencio y no se manifiestan a través de los canales adecuados.
Si los antis gritan, los profesionales deberían gritar más. Pero no pasa eso. Apenas los contras levantan la voz y los taurinos callan.
Aunado a lo anterior, la división que existe entre los profesionales del espectáculo taurino hacen a la fiesta brava un ataque más vulnerable contra todos los ataques.
Si a lo anterior se agrega que muchos organizadores suelen dar ‘gato por liebre’ a la afición, el panorama del ‘Arte de Cúchares’, por lo menos en nuestro país, se antoja harto complicado.
Aunque desde épocas inmemoriales la tauromaquia ‘ha estado en crisis’ se ha mantenido vigente. Pese a lo anterior, ahora es cuando más peligro corre. La desinformación, un mal entendido animalismo, un sentimentalismo absurdo y la indolencia de los toreros hacen mucho daño a la tauromaquia.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Cuándo abrirá sus puertas la Plaza Arroyo?
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