La energía se explica con datos, no con doctrinas

La energía explicada con datos y claridad técnica. Seis décadas de experiencia en el sector eléctrico mexicano al servicio de la comprensión pública


RANCÉ
RANCÉ

Hablar de energía no es sólo hablar de electricidad. Es hablar del agua, del Sol, del viento, del gas natural, del petróleo, del vapor geotérmico, de la biomasa y, desde luego, de la energía nuclear. Todas estas fuentes primarias forman un ecosistema complejo que sostiene la vida moderna. Explicar cómo se transforman, cómo se transportan y cómo se administran no es un ejercicio académico: es una necesidad pública.

En esta columna no buscaré posicionamiento político ni ubicación ideológica. No tengo interés en reforzar trincheras ni en repetir consignas. Mi propósito es más simple y más exigente: entregar claridad técnica sobre un sector del que depende la estabilidad económica y social del país. Un sector que requiere datos confiables, planeación rigurosa y decisiones basadas en evidencia, no en ocurrencias.

Escribir sobre energía implica descifrar un lenguaje especializado que, con frecuencia, parece reservado a ingenieros y operadores. Pero la energía nos atañe a todos. La electricidad ilumina nuestros hogares, mueve hospitales, sostiene comunicaciones, conecta industrias, alimenta el transporte y hoy impulsa también la revolución digital basada en inteligencia artificial. Las redes de transmisión son las venas del país; los gasoductos, su sistema circulatorio profundo; las centrales de generación, su corazón. La seguridad energética es seguridad nacional.

Mi intención es acercar estos temas al lector de forma directa, sobria y comprensible. Hablaré de generación, transmisión, distribución, regulación, mercados, gas natural, transición energética, nuevas tecnologías, riesgos, rezagos y oportunidades. Lo haré con una mirada crítica, pero siempre constructiva; con la experiencia acumulada a lo largo de seis décadas dedicadas al sector eléctrico mexicano; y con la convicción de que la buena información es una forma de servicio público.

No pretendo sentar cátedra, sino abrir conversaciones. Cada columna será una invitación a reflexionar, a cuestionar y a entender mejor este entramado técnico que influye, aunque no siempre lo veamos, en la vida diaria de millones de personas. Habrá espacio para explicar fallas, pero también para reconocer avances. Para señalar errores, pero también para plantear alternativas. Y, sobre todo, para insistir en la importancia de planear con ciencia y no con doctrinas.

Quiero invitar al lector -si tengo la fortuna de tenerlo- a comunicarse, a enviarme puntos de vista, dudas, coincidencias o desacuerdos. La energía es un tema demasiado importante para dejarlo en manos de unos cuantos. Su comprensión requiere voces diversas, preguntas sinceras y debates informados.

A partir de este espacio, mi compromiso es claro: decir lo que sé, con responsabilidad; analizar lo que ocurre, con seriedad; y recordar siempre que la energía no es un asunto de especialistas, sino un bien esencial para todos.

@tincprou