JAVIER OLIVA
Son cinco los objetivos históricos y estructurales de la Unión Europea, que desde su fundación como Comunidad Europea del Carbón y el Acero, 18 de abril de 1951 (Tratado de París), contempló como irrenunciables compromisos con la paz y el desarrollo. Estos son: moneda común, espacio interno sin fronteras, Ejército Europeo, política fiscal compartida y política exterior unificada. Hasta el momento como sabemos, se han logrado dos, moneda y espacio común, formalmente se ha iniciado –luego de la salida del Reino Unidos de la Unión Europea, la construcción del Ejército Europeo, restando la política fiscal y la exterior.
Por cuanto a la primera, hay antecedentes y avances consistentes, a raíz de la adopción del Euro y del Espacio Schenguen, pues aunque con matices, el Parlamento de la UE, procura el establecimiento de criterios compartidos para la recaudación y el gasto de cada uno de los países integrantes. El reto principal, lo tiene sin duda, la formulación de una política exterior afín a las gran diversidad de intereses, que en numerosos casos, se contraponen, por ejemplo, a los de la Organización del Tratado Atlántico Norte, en donde socios como el Reino Unido y Turquía, generan serias turbulencias, dado el caso de la oposición de Ankara al ingreso de Suecia, medida considerada urgente ante la invasión de Rusia a Ucrania.
Los acontecimientos de la semana que concluye, a propósito de la preparación de las ofensivas y contraofensivas que iniciarán apenas concluya el crudo invierno en esa parte de Europa, ha impulsado con intenso dinamismo la búsqueda de refuerzos armamentísticos por parte de Ucrania, ante su evidente desventaja logística. El principal debate en Europa y Estados Unidos, ha sido el suministro de tanques, que debido a las condiciones orográficas, le convierte en una arma indispensable para contener o atacar al enemigo. El anuncio de las negociaciones entre países y hacia el interior de las formaciones gubernamentales, notablemente en el caso de Alemania, ilustra con toda claridad que la guerra está muy lejos de cualquier escenario de negociación o acercamiento de las partes.
Por lo que hace a los Estados Unidos, en voz del Departamento de Defensa, se ha señalado la pretensión de sustituir todo el equipo ruso en manos de Fuerzas Armadas aliadas o amigas, para ser enviado a Ucrania y ese armamento será sustituido por otro de entera manufactura estadounidense. Aunque no vaya a prosperar del todo dicha propuesta, también es un indicador, que sin duda, pondera la prolongación de la guerra y los efectos devastadores sobre la población y ya no se diga sobre la infraestructura en general del país agredido.
Ahora bien. No basta suponer que el escenario bélico se remitirá a Europa. Ya se padeció, por ejemplo en África, los inicios de una peligrosa hambruna, que pudo ser contenida mediante arduas negociaciones encabezadas por diversos organismos multilaterales, sobre todo las Naciones Unidas. Esto también debe ser considerado por países como México que tienen una papel relevante en el ambiente internacional así como de los rejuegos de intereses. Debemos tomar previsiones de inmediato.
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