El pasado 10 de este mes, quedará en la memoria de la historia contemporánea. En una sustancial y aleccionadora decisión respecto del equilibrio de poderes que hace de la República, un sistema de gobierno basado en la democracia, el juez federal Juan Merchan, ratificó la culpabilidad de 34 cargos y acusaciones (es decir, Trump resultó responsable) pero que debido a su condición de Presidente electo, dictaminó la resolución como Descargó incondicional.
En la muy interesante reflexión que se ofreció en el cierre del proceso, fue que, no obstante las evidencias que lo incriminan de las acusaciones, aún y a sabiendas de ello, el electorado decidió votar por él, por lo tanto, se trata, según el planteamiento del juez Marchan, de una especie de perdón o absolución por parte de la ciudadanía.
Así, quedan sin efecto los cargos y puede bajo esa lógica, desempeñar el cargo de Presidente de los Estados Unidos, a partir del 20 de enero próximo. Siguiendo con la argumentación del juez federal, su decisión no pretende dejar precedente alguno sobre un trato preferencial a una determinada clase o perfil de estadounidense en función de su riqueza y/o poder político, como es muy claro en el caso de Donald Trump. Para Marchan, la democracia entre otra de sus bases, es que todos los ciudadanos reciben el mismo tanto ante la ley. No hay ni se pueden permitir tratos especiales o diferenciados.
Por otra parte, fue notable, como era de esperarse, la muy amplia difusión que tuvo en los principales medios convencionales y digitales, tanto de Estados Unidos como de Europa, pero…no así en México. Espero, que dada la gravedad e importancia del tema, en esta semana, sea tratado por la opinión pública. Sobre todo por que se trata de un golpe demoledor a la imagen de Trump. Hay que recordar, las principales acusaciones se tratan de tratos indebidos con una ex actriz de cine porno y de mentiras en las cuentas de sus empresas para realizar fraudes fiscales y evasión de impuestos. Justo eso explica la extraña y sospechosa actitud de Elon Musk, en contra de las políticas sociales y el financiamiento público a programas encaminados al equilibrio en el desarrollo social.
Regresando con las palabras textuales del juez Marchan, “es la primera vez que Estados Unidos tendrá un presiente acusado de criminal”. La aseveración es que la excepción en la aplicación de las leyes penales de ese país, se debe al cargo que ocupa el acusado y de ninguna manera, por el perfil mismo de acusado. Esto es, el tratamiento de “descargo incondicional” (figura del derecho penal de ese país) se aplica al presidente electo, no a Donald Trump. No obstante, las consecuencias serán muy graves y delicadas para la democracia y la política estadounidense y la proyección de sus intereses nacionales.
Trump está derrotado ética y moralmente, al menos ante el sistema jurídico y penal de su país y los efectos, que sobre el conjunto de la sociedad, pueden generar o dar paso a un pernicioso ambiente a propósito de que hay condiciones para vulnerar los principios y valores de la democracia, si se cuenta con el poder político y económico para salir impune de la situación. Poco o nada importan los daños, perjuicios y afectaciones que se haya hecho a personas, empresas o instituciones. Si se cuentan o se accede a los recursos, relaciones y medios adecuados, la impunidad, una figura verdaderamente peligrosa para la convivencia social y la democracia, dejará caer su obscuro manto. Vendrán múltiples reacciones en los siguientes días. Trump se defendió, con el manido recurso de que “se trata de una conspiración”.
@JOPso