La prosperidad, estúpidos

9, enero 2024

BRENDA VALDERRAMA

 

Una de las prácticas que más ha deteriorado la confianza de las personas en el gobierno ha sido el abuso de los indicadores económicos para la toma de decisiones. En su favor, estos indicadores están basados en una teoría, son objetivos, fáciles de medir y permiten la comparación en el tiempo y entre estados, regiones y países. Como ejemplos tenemos el tipo de cambio, el producto interno bruto, la inflación, la tasa de interés, la balanza de pagos, el riesgo país y la tasa de desempleo, entre otros.

Útiles sin duda, el gobierno ha fracasado en su misión de transmitir a la sociedad cómo el seguimiento de estos indicadores mejora sus condiciones de vida, abriendo la puerta a corrientes políticas oportunistas que proponen soluciones simples, pero entendibles a la mayoría de las personas, a problemas complejos.

El resultado de la aplicación de este tipo de ideología ha sido desastroso para la economía y por desgracia, también para las personas, que aunque sufren las consecuencias de las malas decisiones del gobierno carecen de elementos para justificarse la pérdida de confianza en términos políticos.

Esta situación no es exclusiva de México y refleja la legítima demanda de los ciudadanos para que los gobiernos se esmeren en desarrollar indicadores más cercanos a sus necesidades, valores y aspiraciones sobre los cuales tomar decisiones.

Entre estos nuevos indicadores económicos con visión social se encuentra el Índice de Prosperidad Legatum para quienes la prosperidad es más que la riqueza y representa la libertad y las oportunidades de las personas para su progreso.

Desde su perspectiva, para alcanzar la prosperidad se requiere de una sociedad incluyente con un contrato social robusto que proteja las libertades fundamentales y la seguridad de todas las personas, así como del impulso de una economía que promueva las ideas y el talento de personas empoderadas para la creación de vías de salida a la pobreza.

En su medición 2023, México sale reprobado con una calificación de 5.9 ocupando el lugar 71 de 167 países evaluados. Entre los aspectos que debieran prendernos focos rojos se encuentran el acelerado deterioro de libertades personales, de la integridad y efectividad del gobierno, de las condiciones para el emprendimiento y de la seguridad jurídica para la inversión.

También se documenta el deterioro de las condiciones de vida de los mexicanos debido al incremento de la pobreza patrimonial y la pérdida de acceso a beneficios sociales como el cuidado de la salud, la buena nutrición o la educación. Pero el aspecto más grave y de cuya urgente y obvia resolución depende todo lo demás, es el clima de inseguridad y violencia al que estamos sometidos y que nos ubica en el lugar 148 mundial, por debajo de países con conflictos bélicos como Ucrania y a años luz del primer lugar que es, por supuesto, Dinamarca.

Hace un tiempo se hizo viral la expresión de un candidato a la presidencia de Estados Unidos que increpó a su equipo de trabajo diciéndoles “Es la economía, estúpidos”. El tiempo ha demostrado que no es eso lo que la gente valora y que, en todo caso, es la prosperidad lo que debemos procurar usando la economía como herramienta.

Por lo pronto, aquí están los datos que reflejan de manera sencilla nuestra realidad, que los mexicanos somos menos prósperos que hace seis años. Se agota el tiempo para la renovación de la credencial de elector. Si no han revisado la vigencia de la suya, no esperen más tiempo y háganlo.

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