Sergio Pérez ha tenido que mirar los toros desde la barrera en una temporada 2025 que significó su primera lejos de la grilla tras 14 años ininterrumpidos en la Fórmula 1, luego de salir de manera abrupta de Red Bull. Pero su venganza llegó más pronto de lo esperado, al mirar la debacle del imperio de Milton Keynes justo cuando fue despedido. Con la caída de la escudería de las bebidas energéticas, Max Verstappen cortó una racha de cuatro títulos mundiales consecutivos, ante la irrupción de Lando Norris como nuevo rey de la máxima categoría del automovilismo mundial.
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El mundo de la F1 cierra así un 2025 con el sabor de un cambio de era. En un giro del destino que parece sacado de un guion cinematográfico, el año que vio el regreso al trono de McLaren tras 17 años de sequía, también presenció el inminente tropiezo del hasta entonces invencible imperio Red Bull Racing. Y en medio de este terremoto, dos historias paralelas de redención y coronación tejen la narrativa de lo que será un 2026 revolucionario.
Por un lado, emerge Norris, el nuevo monarca. Bajo el cielo iluminado de Yas Marina en Abu Dabi, el británico de 26 años cruzó la meta en tercer lugar, con la frialdad calculada que exige un campeonato mundial, y estalló en lágrimas que lavaron años de duda. Con apenas dos puntos de ventaja sobre un Verstappen vencedor en la carrera, Lando consumó una de las remontadas más épicas de la historia reciente. Su título no solo puso fin a una hegemonía de cuatro años del neerlandés, sino que devuelve al equipo papaya a la cima, tanto de pilotos como de constructores, un doblete no logrado desde 1998.
Pero el camino del campeón estuvo lejos de ser lineal. Tras iniciar el año con victoria en Australia, Norris se vio superado en regularidad por su propio compañero, Oscar Piastri, quien lideró el campeonato durante 14 carreras. Un abandono en Países Bajos lo dejó a 34 puntos del australiano y a 104 de Verstappen. La incredulidad y los viejos fantasmas sobre su fortaleza mental regresaron. Pero fue ahí donde nació el campeón.
Con una mezcla de introspección y ajustes técnicos cruciales, como un cambio en la suspensión que le dio mayor confianza, Norris inició una resurgencia imparable. Victorias clave en el México GP y Brasil, combinadas con errores ajenos, comprimieron la lucha hasta el duelo final en Abu Dabi, donde la estrategia impecable de los de Woking, Reino Unido, aseguró su destino.
Norris demostró que la franqueza sobre las propias dudas no es una debilidad, sino la base de una resiliencia a prueba de balas. Se convirtió en el undécimo campeón mundial de origen británico, el primero desde Lewis Hamilton en 2008, y coronó una relación de siete años con el equipo papaya que lo vio crecer desde su programa de jóvenes pilotos.
Y mientras Norris celebraba, al otro lado del mundo, un veterano de 35 años recién había abrazado a su familia frente a la pantalla de una computadora. Checo Pérez, tras un año sabático que rompió su racha de 14 temporadas ininterrumpidas en el Gran Circo, recibió a mediados del año el contrato que lo vinculaba con Cadillac para su incursión como el undécimo equipo de la parrilla en 2026.
Para el jalisciense, marcado por una salida amarga de Red Bull a fines de 2024, esta es la última oportunidad para un cierre digno. Su regreso llega cargado de la ironía al ver cómo el imperio que lo despidió se desmoronó justo el año de su ausencia, con ‘Mad Max’ sometido y la corona lejos de sus manos. Con 281 Grandes Premios, seis victorias y 39 podios en su espalda, la experiencia será su principal arma en este principio del fin de su etapa en las pistas.
Ahora se encontrará con una Fórmula 1 radicalmente transformada en 2026. La nueva normativa técnica promete una revolución, con monoplazas más cortos, estrechos y ligeros, así como con una distancia entre ejes reducida para una mayor agilidad. Se despide la compleja aerodinámica de efecto suelo por suelos más planos, y se introduce un sistema de ‘Active Aero’, que permitirá a los pilotos ajustar los alerones en rectas, reemplazando al DRS actual. Los pilotos dispondrán de un ‘Modo Adelantamiento’ y un botón ‘Boost’ —similar a la Fórmula E— para gestionar tácticamente la energía.
Bajo el capó, el cambio es aún más profundo. Se mantiene el V6 turbo híbrido de 1.6 litros, pero la potencia eléctrica se triplicará, equiparándose casi a la del motor de combustión, en un movimiento que busca mayor relevancia tecnológica y sostenibilidad. El complejo MGU-H desaparece y se da la bienvenida al uso exclusivo de Combustibles Sostenibles Avanzados, producidos a partir de captura de carbono y residuos. La seguridad también da un salto, con una celda de supervivencia más resistente y un arco antivuelco reforzado.
Este nuevo ecosistema, diseñado para generar carreras más cerradas y atractivas, ya ha demostrado su poder de seducción al atraer a nuevos gigantes como Audi y General Motors, que se unirá en 2029 para su proyecto con Cadillac, y facilitará el regreso de Honda. Así, el ciclo se reinicia.
La F1 del 2026 será un lienzo en blanco, donde un campeón recién coronado como Norris deberá defender su título en un terreno desconocido, y donde un veterano con hambre de redención como Pérez tendrá una última oportunidad para escribir su epílogo soñado. Es el cierre de una era de dominio y el inicio de otra, definida por la incertidumbre, la sostenibilidad y la promesa de batallas donde la estrategia y la fortaleza mental serán cruciales.

Foto: IG Checo Pérez 


