La próxima gran batalla legislativa todavía no tiene iniciativa formal, pero ya se sabe que deberá aprobarse antes de junio de 2026. Y como será una reforma que nace desde el poder, lo primero a revisar es cómo terminará beneficiándose.
Hoy Morena, el PT y el PVEM tienen mayoría calificada. Pueden cambiar las reglas sin pedir permiso. Ya lo hicieron con la reforma judicial. No hay razón para pensar que esta vez será distinto.
EL BLANCO FÁCIL
El tema de los plurinominales es el más popular. Y también el más tramposo. Nacieron para darle voz a minorías. Hoy son otra cosa. Se convirtieron en listas de premios para dirigentes, familiares y operadores leales.
Defenderlos es difícil. La gente los rechaza con razón. Pero eliminarlos sin más no democratiza, concentra. Sin representación proporcional, los partidos pequeños se vuelven aún más irrelevantes y el partido en el poder domina todo. Algo que ya sucede, pero sería peor.
La propuesta tiene que garantizar la participación de minorías, sin que estos espacios terminen como botín político.
DINERO, PERO PARA QUIÉN
Otro eje es el financiamiento público. Aquí la crítica ciudadana es legítima. Los partidos reciben demasiado dinero. En un país pobre, eso indigna. El recorte suena bien. El problema es no afectar el acceso al poder.
En México, ser el partido gobernante es una ventaja electoral enorme. Controlas agenda, visibilidad, programas y estructura territorial. Si recortas el dinero a todos por igual, el golpe no es parejo. La oposición se debilita. El gobierno ni se inmuta.
Además, menos dinero público pero sin más controles abre la puerta a lo de siempre: dinero ilegal, empresarial, criminal. El hueco alguien lo llena. Y nunca es la democracia.
REPRESENTAR O CERRAR LA PUERTA
Una reforma electoral debería facilitar que la gente represente a sus lugares de origen. Hoy pasa lo contrario. Los partidos cierran candidaturas. Las independientes son un laberinto de requisitos. La política sigue siendo para los mismos.
Nada indica que la reforma vaya a abrir ese candado. No se habla de candidaturas para reducir barreras ni de quitar el control de las dirigencias. Todo apunta a una reforma donde las cúpulas seguirán mandando.
Aquí deberíamos animarnos a medidas fuera de la caja, como el uso de tómbolas para elegir ciudadanos que representen a cada estado sin intervención de partidos políticos.
EL ELEFANTE, EL NARCO
Hay un tema que casi no se toca: el crimen organizado en las elecciones. Dinero, amenazas, control territorial. Alcaldes solos. Candidatos asesinados. Gobiernos diseñados por ellos.
México carga con la etiqueta de narco-Estado. Negarla no la borra. Una reforma electoral que no incluya mecanismos reales para blindar elecciones es hacerse como el tío lolo. Fiscalización en tiempo real, sanciones efectivas, protección a candidatos. Porque cerrar los ojos aquí es aceptar que el narco siga mandando.
FINAL ESCRITO
Tenemos una comisión presidencial que hace foros. Ha escuchado en el papel. Pero la historia nos dice que será simulación. Ya vimos cómo Morena pasó cambios en la reforma judicial diciendo que le hicieron caso a la gente y no fue así.
La reforma electoral puede corregir vicios reales o puede convertirse en lo que muchos temen: una herramienta para asegurar el poder y cerrar la alternancia política. Ustedes digan. Lo peor es que tenemos una oposición que no le incomoda esto.
EL DATO INCÓMODO
Un funcionario señalado por corrupción salió sin consecuencias. Alex Tonatiuh Márquez fue removido de Aduanas pese a señalamientos de huachicol fiscal, lujos y cancelación de visa. El gobierno admite que “no hay nada” y lo deja ir mientras promete investigar. Otro Segalmex.



