EFE
Foto: Reuters
MELKIS (SIRIA)/ BEIRUT. En la aldea de Melkis, en las áreas opositoras del noroeste de Siria, varias familias aguardan alrededor de una hoguera improvisada junto a los edificios destruidos por los terremotos, a la espera de que los equipos de rescate hallen a sus seres queridos desaparecidos en la tragedia.
Transcurridos dos días y medio del primer seísmo, las esperanzas de hallar supervivientes se van apagando, pero son muchos los que aún plantan cara al frío gélido como pueden para ser los primeros en conocer las noticias, buenas o malas, que siguen emergiendo de entre los escombros.
En Melkis, y otras áreas opositoras de las provincias de Idlib y Alepo, las operaciones de búsqueda continúan en marcha con la participación de los vecinos y de rescatistas de los denominados Cascos Blancos, que estiman que “cientos” de personas continúan sepultadas. En otros lugares como la localidad de Harem, en Idlib, las labores están siendo lideradas por residentes, voluntarios y combatientes de los grupos armados locales.